FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
Me tropiezo, casi por casualidad, con una brevísima noticia en nuestras páginas. Es junio de 1901 y el «ramo de Guerra» ha tomado al fin la decisión de ceder a la ciudad el Cuartel del Pilar, un antiguo convento de dominicos del XVII, ya inservible para albergar a los 550 soldados que según Cruilles mantenía en 1876 con malas condiciones de habitabilidad. La semana pasada, la vicealcaldesa Sandra Gómez visitó el pasillo que queda en el siglo XXI de la donación, entre la plaza del Pilar y Guillem de Castro, un solar que lleva dormido décadas y en el que el Ayuntamiento, desde 2018, dice que quiere hacer un centro sociocultural para Velluters. Vicent Sarría comenzó a trabajar en un proyecto que a Rita Barberá y sus antecesores se le había hecho bola y que, terminadas las excavaciones, es posible que lo veamos concluir un año de estos.
La marcha de la ciudad es lenta, verdaderamente. Pero la gracia con que yo quiero adornar el asunto reside en que para hacerse una idea clara del proceso que llevará al solar de un convento-cuartel a ser, al fin, un «centro sociocultural» hay que recurrir, de manera inevitable, a las páginas de este viejo diario. Todo está aquí y todas las vivencias, alegrías, sinsabores e ilusiones de esta ciudad y sus gentes han sido contadas en su momento por LAS PROVINCIAS; con el dato de un Llorente, una ironía de Martín Domínguez o un «zasca» intencionado de Ombuena. Desde la noticia de la cesión de 1901 a la del «convenio entre el Ejército y la ciudad», de 1926, donde a cambio del Llano del Remedio dábamos de nuevo un cuartel que no había dejado de tener uso militar ni un solo día, aunque en vez del regimiento Guadalajara ahora tenía instalada -se supone que en condiciones inquietantes- la Intendencia.
En 1902 apareció una cripta, pero nadie hizo nada. Años y más años, todos los años, uno por uno. Demoras infinitas en unas administraciones, la ciudad y el Estado, siempre sin recursos y sin ideas. Y un periódico atento a lo que pasa y con el que el pulso de la ciudad se encadena: para reflejar las subastas de «caballos de desecho» o el accidente de moto de dos soldaditos de Intendencia. O para dar cuenta de soluciones que no llegaron hasta muy tarde, cuando en el Llano del Remedio se puso el parador del Foc.
En LAS PROVINCIAS, estos días, hay relevo en la dirección. Después de once años de pulso y púa, Julián Quirós, el octavo director en los 155 años del diario, cede el testigo a Jesús Trelis, cocinero de calidad en la sala de las noticias de cada día. Hacer periódicos no es muy difícil, según tengo entendido. Se trata de resistir tentaciones, contar lo que pasa y estar en el sitio por lo que pueda pasar… Ánimo.
Fuente: https://www.lasprovincias.es