BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA
La dotación de un servicio de agua potable fue una de las principales innovaciones que trajo consigo la modernidad. Xixona no fue ajena al progreso y en la sesión plenaria del 10 de enero de 1893 se estudió este asunto.
El problema no procedía de la falta de caudales hídricos, ya que las fuentes del “Planet del Delme y Junquera” proporcionaban un caudal diario de 345.000 litros, cuando las necesidades para nuestra ciudad, según la Ley de Aguas de 1879, eran de 120.000 litros de agua potable y 180.000 litros de agua no potable, pero esta última estaba suficientemente cubierta. La cuestión radicaba en la falta de potabilidad, debido fundamentalmente a las filtraciones y a que las cañerías eran de barro, lo que ocasionaba: “a más de la perdida por las muchas filtraciones en diferentes puntos, estas contribuyen a convertirlas de muy buenas en mala calidad hasta perjudiciales a la salud pública”. Por ejemplo las fugas se habían cifrado en 85.000 litros por día.
Es por ello que se decidió hacer borrón y cuenta nueva, es decir cambiar totalmente las cañerías de toda la población.
Así el 17 de marzo de 1893 el Ayuntamiento en sesión plenaria acordó las “bases que han de regir para el concurso de abastecimiento de aguas potables en la ciudad”.
Según estas bases el precio de las obras ascendía a 43.750 pesetas comprometiéndose el adjudicatario a realizar las siguientes obras: “En la confluencia de los manantiales Junquera y Planet (en el barranco del Castillo) se proyectará un filtro y adosado a él, un pequeño depósito para tomar de la tubería de conducción al depósito general.
Éste se emplazará en el cerro dicho del Castillo en la parte denominada “Torre Blay”, será de cabida de quinientos mil litros, debe ser cubierto y con condiciones de aseo. Las tuberías de conducción serán del mejor sistema conocido y del diámetro correspondiente a la traída a seis litros por segundo. Las de las redes de distribución serán del mismo sistema con los diámetros correspondientes, según los gastos probables, en las calles y puntos que se designen se proyectarán ocho fuentes públicas de hierro con cierre automático y una monumental que se instalará en la plaza de Alfonso XIII, cuatro abrevadores en las afueras de la ciudad, veinte bocas de riego o servicio de incendios en puntos convenientes, válvulas de cierre que dividan en zonas el servicio de aguas(…)”. El plazo de adjudicación de las obras era de seis meses.
El sistema de financiación de la obra fue bastante curioso, pues se decidió vender 45.500 litros diarios, que correspondían casi a la mitad del caudal que se perdía en fugas, en forma de 350 dotaciones de 130 litros diarios a un precio de 125 pesetas. Cada jijonenco que adquiría una acción del servicio de agua potable tenía garantizado el suministro de dicha cantidad ”a perpetuidad”. La primera acción fue adquirida por Antonio Carbonell Candela el 14 de junio de 1894 y la última el 24 de marzo de 1899 por Casto Sirvent Cots.
El Ayuntamiento decidió conceder, en la sesión plenaria del 25 de marzo de 1893, la construcción de las obras a ”D. Luis Santonja Faus, natural de Beniarbeig, provincia de Alicante de treinta y cinco años, casado y profesión arquitecto”.
Si bien el plazo de finalización de las obras era de seis meses éstas se prolongaron algo más; pues no fue hasta el 19 de enero de 1897, cuando el concejal Severino Picó comunicó a la corporación su finalización: “las obras de canalización de las aguas potables, depósito, general, filtro y demás, a excepción de la fuente monumental y de las de vecindad están al servicio del público desde hace unos tres o cuatro meses”.
La estrella de estas obras fue el “deposit de l’aigua”, ya que su coste fue el más gravoso con 15.756 pesetas con 86 céntimos por encima de las 12.354 pesetas con 88 céntimos que costaron todas las tuberías de la ciudad. En los años sucesivos se terminaron las obras pendientes.