FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
En medios universitarios, la novedad causó admiración: Ignacio Tarazona recibió del Ministerio un instrumento que costaba nada menos que 20.000 pesetas, una cifra colosal para la época. Para comprenderlo, basta decir que el Ayuntamiento hablaba de emplear 22.000 pesetas en la expropiación de los terrenos destinados a la proyectada Facultad de Ciencias y Medicina, un empeño loable en tanto que tenía que levantarse en la orilla izquierda del proyectado Paseo de Valencia al Mar, después de la colonia de chalets de los periodistas.
Pero en ocasiones se hacían realidad los mejores sueños y el profesor Tarazona tuvo en 1909 su año más feliz: el 1 de octubre le correspondió el honor de pronunciar el discurso de apertura del curso escolar, con un celebrado discurso sobre “La Fotografía Solar”. No desperdició la ocasión para hablar de su proyectado Observatorio Astronómico, que iba a ser el primero de una universidad española, dado que en España funcionaban tres: el oficial de Madrid, el de la Marina en San Fernando, y el Fabra, de Barcelona, que era particular.
El 19 de diciembre de 1909, Tarazona pudo asistir al acto de homenaje de Valencia a su buen amigo Amalio Gimeno, que se celebró en el propio solar de la futura Facultad de Ciencias y Medicina, donde fue colocada la primera piedra de un edificio… que tardaría 37 años en estar culminado. Se inauguró en 1946, después de la Republica y de una guerra que sobrevino estando las obras a medias.
Amalio Gimeno, que había sido muchos años senador electo por la Universidad de Valencia, era desde 1908 senador vitalicio y seguía teniendo gran predicamento entre los liberales de la corte. Tres días después, la Universidad pedía al Ministerio ayuda para poder emplazar el telescopio Grubb en un Observatorio que primero se quiso ubicar en el Jardín Botánico pero luego se instaló en el propio edificio universitario para evitar incómodos desplazamientos de alumnos y profesores. El laboratorio de Ciencias del profesor Eduardo Boscá cedió espacio en sus colmatadas instalaciones –donde había, para empezar, un esqueleto de ballena entero– y Tarazona pudo levantar la cúpula de su Observatorio en la esquina del edificio universitario con la calle de Salvá, muy cerca de donde estuvo el primer telescopio, a finales del siglo XVIII.
La estructura metálica de la cúpula se construyó en los talleres de Hermanos Sala, fabricantes de prestigiosas cocinas económicas. Y sobre ella se instaló una semiesfera de cartón piedra pintada de color plateado. Para que no hubiera interrupciones, Tarazona no dudó en adelantar el dinero de su bolsillo cuando las subvenciones se retrasaban. Y es así como el telescopio Grubb de 152 milímetros pudo comenzar a trabajar, en enero de 1910.
La virtud principal de la montura ecuatorial del telescopio universitario era la calidad de los mecanismos que le permitían movimientos horizontales y verticales bien compensados mediante un contrapeso. El eje vertical del telescopio está en paralelo con el movimiento de la tierra, disposición que permite tener fijo en el objetivo el objeto que se quiere fotografiar aun cuando la exposición de la placa fotográfica a su débil luz sea de muchos minutos.
El 23 de enero de 1913, finalmente, la hora oficial de Valencia se suministró desde el Observatorio Astronómico de la Universidad. Y cada día, durante muchos años, se hizo una fotografía del Sol con el fin de seguir su actividad y la forma y movimiento de sus manchas. Eclipses lunares y de sol fueron objeto de las observaciones del profesor Tarazona, que trabajó incansablemente más allá de su jubilación y hasta su fallecimiento, en el año 1924. En los anales de la Universidad aún se recuerda que en su testamento dejó todos sus bienes científicos a la institución… que hoy, por fortuna, no solo conserva el telescopio después de muchos años de abandono, sino también los muebles de su despacho y sus objetos personales.
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