Arxiu diari: 26 de juliol de 2020

ALZIRA FUE COBAYA DEL MÍTICO DOCTOR FERRÁN

AURELIANO J. LAIRÓN, CRONISTA OFICIAL D’ALZIRA

En 1870 aparecieron en Alzira las fiebre tifoideas y en 1885, entre marzo y septiembre, el cólera. Por esas fechas, la ciudad contaba con poco más de 16.000 habitantes. Gran parte de esa población se vio afectada por el mal endémico que desde Francia pasó a España por Alacant. Contribuyeron al desarrollo de la enfermedad, entre otras cosas, la deficiente red de alcantarillado, el uso del agua del Xúquer con finalidad doméstica, la acumulación de estiércol en los corrales de las casas y otras costumbres no menos insalubres. Todo ello hizo de la ciudad terreno abonado para el desarrollo de la epidemia. La Junta de Sanidad Local tomó las medidas adecuadas y creó un lazareto en la ermita del Salvador y de Nuestra Señora del Lluch, donde guardaban cuarentena lo transeúntes llegados de lugares sospechosos, se blanquearon las casas, se adquirió gran cantidad de nieve y hielo y se clausuró el cementerio situado en la partida de Tulell, en las inmediaciones de la ciudad.

Buscar la inmunidad

Las autoridades municipales de la época y el cuerpo médico local se pusieron en contacto con el doctor Jaime Ferrán, que ya había publicado el resultado de sus experimentos y comprobado que los cobayas inmunizados con cultivos atóxicos en vibriones colerígenos inyectados subcutáneamente resistían a la perfección las dosis de vibriones virulentos que ocasionaban la muerte de todos los cobayas no vacunados.

El doctor Ferrán se trasladó a Alzira y, en abril de 1885, junto con sus colaboradores, los médicos Amalio Gimeno y Inocente Paulí, comenzó la aplicación de las inoculaciones contra el cólera. El médico Lisardo Piera precisó que fueron vacunadas 11.050 personas, no revacunados 4.950, defunciones entre los vacunados hubo 15 y entre los no vacunados 206. El cronista Vicent Alonso estimó en 559 personas las afectadas, de las cuales murieron 265. El baile de cifras no importa. Un concienzudo estudio del expediente sobre las defunciones entre 1885-1886 que se localiza en el Archivo Municipal aporta los datos a los que hace referencia en su tesis doctoral la farmacéutica Alicia Peris. Las calles que registraron mayor número de mortandad fueron, por este orden: Piletes, Alfareros, Pont de Xàtiva, el carrer Nou (actual Santa Teresa) y Camí Vell (actual Colón). Nadie pudo negar a Ferrán la gloria de la eficacia de su vacuna, que quedó demostrada en Alzira. A la capital de la Ribera le cabe el honor, al prestarse en masa a la práctica, de formar parte de la historia de la medicina.

Vacunación antituberculosa

El 17 de marzo de 1919 el doctor Ferrán comunicó al consistorio su deseo de inaugurar en Alzira la campaña de vacunación antituberculosa que comenzó el 21 de julio. El sabio bacteriólogo catalán señala en una misiva dirigida al alcalde que «la humanidad y la ciencias deben mucho a Alcira por su abnegación». El 30 de julio de ese año, la prensa informaba de que en 24 horas se habían vacunado 1.419 personas de ambos sexos con lo que el número global de inoculados rondaba los 10.000. «El éxito –señalaba- no puede ser mayor ni más lisonjero para la gloria y la satisfacción del doctor Ferrán, el hermoso espectáculo que está dando esta población, a ella no cesan de llegar gentes de los pueblos limítrofes y médicos de fuera en demanda de ser vacunados los unos, y de vacunarse e instrucciones los otros».

Fuente: https://www.levante-emv.com

EL ORFEÓN SINFÓNICO ELDENSE

GABRIEL SEGURA, CRONISTA OFICIAL DE ELDA

La música siempre ha formado parte de la cultura e idiosincrasia eldense. Ya desde 1579 tenemos constancia documental de lo apreciado que eran los juglares y músicos eldenses en otros puntos de la geografía valenciana, como cuando, por ejemplo, eran llamados desde Orihuela para festejar el recibimiento y toma de posesión del nuevo gobernador. Pero junto con la música, el canto también ha sido otra de las aficiones intergeneracionales de los eldenses.

Un 23 de julio de 1932, hoy hace 88 años, el salinero Ignacio Juan Barceló fundaba el Orfeón Sinfónico Eldense. Natural de Salinas y afincado en Elda desde los 14 años, la primera sede social del orfeón quedó instalada en los altos del Bar Soler, en la plaza de Niceto Alcalá-Zamora (act. Sagrado Corazón de Jesús), siendo trasladado de sede en mayo de 1933 al número 2 de la calle Poeta Zorrilla, local donde el maestro don Ramón Gorgé tenía su compañía de teatro.

Ignacio Juan nació en Salinas, el 16 de enero de 1907, estudiando los principios de solfeo, estudios que amplió en Elda, donde aprendió a tocar la guitarra y demás instrumentos de pulso y púa. Su afición le impulsó a la fundación del citado Orfeón y a realizar una intensa labor de enseñanza musical.

Después de unos años en Elda se trasladó a Alicante donde compuso numerosas obras musicales dedicadas a Alicante y a otros pueblos de la provincia, caso de Benidorm, Calpe, Guardamar, Elche, etc.

La inquietud cultural de los años de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y del quinquenio republicano en Elda (1931-1936) cristalizó, entre otros muchos aspectos, en la fundación del orfeón que permitió realizar una intensa labor de enseñanza del solfeo, del canto y de los instrumentos de bandurria, guitarra y laúd, formando una nutrida rondalla que llegó a superar el centenar de componentes.

A lo largo de su corta trayectoria (1932-1936), el Orfeón Sinfónico Eldense actuó varias veces en Elda y en otras poblaciones cosechando éxitos. Entre los festivales en los que participó en la localidad destaca el celebrado el del 1 de septiembre de 1933 en el Teatro Castelar. Actuación en el que se interpretó el “Himno a Elda”, compuesto y dirigido por su autor, Francisco Santos Amat (1875-1949), interpretado por 120 voces mixtas y que cosechó un clamoroso éxito, quedando grabado en la mente de quienes lo vivieron.

En julio de 1935, el Orfeón se encontraba en precaria situación económica, por lo que pidió al Ayuntamiento un donativo de 2.000 pesetas. No pudiendo la corporación municipal conceder esta subvención y con el fin de ayudar en lo posible a esta sociedad, acordó organizar un acto artístico patrocinado por el ayuntamiento al objeto de obtener fondos. Evento cultural, ultimo del que se tiene noticia del orfeón, que fue el celebrado el día 10 de septiembre de 1935, con una velada artístico-literaria en el Coliseo España, en la que actuó de mantenedora la periodista Concha Peña, a quien poco después el ayuntamiento eldense honró dando su nombre a una calle (act. calle Paquito Vera).

En esta velada el Orfeón Sinfónico Eldense interpretó las obras de libre elección y obligada que había ensayado para el próximo festival-concurso provincial de orfeones: “En el bosque”, coro alemán a cuatro voces, de Kucken , y “Saltarella”, de Saint Saens, ambas dirigidas por el profesor don José María Requena. En este acto fue entregado a la coral su estandarte, dibujado por Fraterno Valera y registró la presencia de la “Bellea del Foc 1935” y sus damas de honor, como representantes de las fallas de Elda.

Fuente: https://www.valledeelda.com

SANT JAUME I SANTA ANA: TEMPS DE VACACIONS


Día de Sant Jaume en el Xorret de l’Almadrava. Mari Celi Juan, Lolita Trigueros, Pascual Navarro, Sole García, Concha Corbí, Pilar Navarro, Carmen Ripoll y José Tortosa. Any 1958.

Mª CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER

Fa ja alguns anys, els dies grans de vacacions eren els de Sant Jaume i Santa Ana, 25 i 26 de juliol, respectivament, a més del 18 de juliol que també era festiu. Eren dies grans, de molta festa i molt entranyables i els podem comparar a la nit de Nadal o al mateix 25 de desembre. Els nostres majors, els recorden com a dies molt especials i en parlar d’ells s’emocionen i els venen a la ment molts records i enyorances.

En aquests dates 25, 26, i també el 27 de juliol a Petrer començaven les vacacions, encara que només estos tres dies o potser, estirant molt i per als més afortunats, tota la setmana.

Eren tres dies que tots esperaven amb molta il·lusió. Els “pitos” de les fàbriques se sumaven a l’inici d’estos dies festius amb els seus característics sons, anunciant que arribaven dies de descans que calia viure’ls amb alegria i disfrutar-los al màxim. Era la benvinguda a l’estiu i a les vacacions que començaven el 25 de juliol, dia de Sant Jaume, que era festiu per ser el patró d’Espanya. En aquestes dates es feien coses que no se solien fer al llarg de l’any, com per exemple, comprar llandes de conserves que normalment no es compraven ja que habitualment s’adquiria a granel a les botigues. També es feien uns bons “gaspatxos” i granissats amb les geladores manuals, afegint gel al café i al llimó.

El dia de Sant Jaume, als anys ciquanta, s’ajuntaven els veïns de la majoria de les cases de camp, també acudia la gent de Petrer i ho celebraven en gran. Era una celebració d’un Petrer eminentment rural, en el qual els veïns tenien relacions naturals i senzilles pròpies de les gents d’un poble xicotet on es coneixien tots i on el més normal era el tracte i la comunicació diària.

Estes trobades festives en les quals la música i el ball eren el seu component principal se celebraven en la majoria de les cases de camp i coves, però en esta ocasió ens centrarem en donar a conéixer com se celebraven estos dies en la Gurrama. Els veïns de Petrer, es dirigien de bon matí al Pantanet, on bevien l’aigua fresca que brotava i la mesclaven amb “gasoses” o li afegien anís per a fer la popular “paloma” o xarop de llimó per a prendre el refrescant “canari”. Allí s’ajuntava un bon nombre de persones que reien, cantaven, contaven anècdotes, i, amb el pas dels anys, cada vegada s’ajuntava més gent. També els del poble pujaven fins al Pantanet per a disfrutar d’esta animada jornada festiva. Sobre la una del migdia, alguns tornaven a les seues cases del poble des del Pantanet però, uns altres, es dirigien a la Gurrama i, encara que ens semble estrany i quasi impossible, havien pujat fins allí amb utensilis per a acampar i passar la nit prop d’este lloc tan especial.

A la vesprada, quan baixava el sol, en la finca de la Gurrama estava tot preparat. La seua era de davant de la casa centenària es convertia en una popular revetla plena de música i alegria. Amb les fustes que utilitzaven per a subjectar els barrils de vi en el celler s’improvisaven bancs que s’havien netejat i preparat per a “la gran festa”. Estos es distribuïen en cercle i la zona de ball quedava en el centre. Els músics que animaven estes vetlades eren: els germans Luis i Rosendo Iborra Boix, fills de José i de Dolores, naturals d’Agost que van ser “els mitgers” de la finca des d’abans de la guerra fins a mitjan anys quaranta, en total díhuit anys. La finca de la Gurrama va pertànyer a Julio Beneit, fins a 1936, i passà després a l’advocat Ricardo Pérez Lasaleta. Eren coneguts per tots com “els gurrameros”, Luis tocava el violí i Rosendo la guitarra y la bateria. A estos dos els acompanyaven Alfonso, un xic d’Elda que vivia al carrer Numància, que tocava l’acordió i, Onofre Maestre Rico, que era el major de tots, vivia al carrer Mare de Déu, i tocava el llaüt. Tots junts van formar un grup on amenitzaven les estiuenques nits.

Fins a la Gurrama acudien els veïns de les finques del voltant com el Molí de la Reixa, el Ranxo Grande, La Foia Falsa, la Lloma, la Casa de la Senyora… Era una festa per a tots, però els joves l’esperaven amb il·lusió i la vivien amb molta alegria. En finalitzar la revetla, s’asseien i decidien a quina finca s’aniria a la nit següent, encara que no anava tanta gent com la primera nit. Amb el temps esta festa cada any era més popular i va perviure durant anys, fins que “els gurrameros”, van abandonar la finca. Esta família va ser molt coneguda en aquella època per la seua passió per la música.

Esta crònica va dedicada als germans Pepe, María, Luís, Esteve, Amparo i Rosendo Iborra Boix i a totes les persones que van fer grans les xicotetes tradicions d’una societat agrícola i que encara disfruten en reviure-les. A ells i a tots els que ens heu contat la història d’estos dies tan assenyalats i, als qui continueu llegint i disfrutant d’estes cròniques que són un retall del nostre passat no molt llunyà, vull dir-vos: GRÀCIES.

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LA REFORMA DEL PUENTE DE ALICANTE A FINALES DEL S XVIII

BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA

Fue el Real Decreto de 29 de marzo de 1783 quien estableció los mecanismos para proveer los corregimientos y alcaldías mayores de los municipios españoles. Tras desempeñar el cargo por seis años o, antes, en caso de ascenso; el corregidor o el alcalde mayor tenía la obligación  de presentar a su sucesor un informe detallado sobre las obras públicas realizadas, el estado de la agricultura, el comercio y la industria y las causas del retraso o estancamiento de la población.

Estas relaciones se hacían por duplicado entregándose una copia al sucesor, quien tras haberla leído debía remitirla al Consejo Real de Castilla, órgano supremo de gobierno y justicia de aquella época.

El corregidor don Juan José Pérez y Pérez tomó posesión el 17 de marzo de 1784. Tras casi un primer trienio fue ascendido al corregimiento de Daroca, por lo que tuvo que abandonar nuestras tierras. Cesó oficialmente el 2 de agosto de 1786.

Como era preceptivo redactó un informe para su sucesor. Entre los proyectos de obras que había comenzado y que se debían concluir se encontraba la reconstrucción del puente de Alicante.

Según este corregidor en 1783 se habían producido unas fuertes lluvias, lo que en la actualidad llamaríamos una gota fría, que había provocado un importante crecimiento del caudal del riachuelo del castillo.

Aunque existía una acequia, que permitía evacuar a la altura del Cabés del Corb las aguas sobrantes hacia la balsa del Safarich y de allí distribuirla por la actual partida de Segorb, la  avenida de aguas fue de tan gran magnitud que la corriente que caía por la peña a la altura el actual Belemet destruyó, al menos parcialmente, el puente.

Para reconstruir el puente, tan necesario al permitir la entrada por el sur a la ciudad de Xixona y ser paso del camino real entre Alicante y Valencia, se emplearon los escasos fondos que sobraban de la partida de  bienes de propios y arbitrios.  A pesar de ser una obra de imperiosa necesidad no había podido concluirse por haber fallecido el maestro de obras. Sólo faltaba terminar el pretil y alguna obra menor, pudiendo transitar los ciudadanos. El corre-gidor indicaba que el consistorio estaba en negociaciones con sus herederos para que finalizaran el puente.

El 18 de octubre de 1786 tomó posesión ante los regidores jijonencos el nuevo corregidor, Roque Marín Domínguez. Su paso fue más bien brevísimo, puesto que en junio de 1787 obtuvo la Alcaldía Mayor de Alicante, un destino mucho más apetecible que la pequeña ciudad de Xixona. Redactó un informe que a los ojos del Consejo de Castilla era incompleto por lo que solicitó información complementaria a los regidores.

El 19 de octubre de 1787 los regidores se reunieron para completar la petición del Consejo de Castilla. Aunque ya habían pasado más de 4 años de la riada aún no se había solucionado. Vicente Picó, regidor decano, comentó que el principal problema es la escasa altura del pretil, que constituye un peligro para los viandantes. Mariano Aracil, regidor segundo, apuntó que el pretil lo que está es arruinado y debería exigirse a los familiares del maestro de obra su conclusión. “mediante los 213 pesos, que parte de ellos aun no se han gastado, del tanto en que se remató la construcción del citado puente y ser de cuenta esta construcción del maestro de obra” .

Desconocemos cuando se produciría la finalización de la reconstrucción del puente de Alicante.

Fuente: https://bgarrigos07.wordpress.com