Arxiu diari: 21 de juliol de 2020

DOS EXPOSICIONES QUE VAN DESDE PICASSO A MARÍA MUÑOZ

HÉCTOR HUGO NAVARRO

Tal vez sea el verano el mejor momento para asistir a propuestas culturales “de interior”. Una de las formas más agradables de completar estas largas tardes, de dar continuidad a la paz de la insustituible siesta, es perderse por pinacotecas y museos; disfrutar la tregua que estos lugares ofrecen al calor y al ruido y, recompuestos por el aire acondicionado o por la nobleza de sus muros, ir al encuentro con la obra de arte como quien va visitar a alguien muy querido.

En este verano de reivindicación de pequeños placeres y viajes interiores (en ambos sentidos: hacia dentro y no muy lejos) el engranaje de las concejalías culturales de los municipios del Alto Palancia deben de echar humo. A los eventos aplazados desde marzo, se suman ahora las nutridas programaciones estivales que cada año entretienen al personal residente y al vacacional, que además deben ajustarse a las medidas establecidas para la prevención de contagios. Será el momento de comprobar si otro verano es posible (y divertido) sin toros ni discotecas móviles. Desde que se produjera el levantamiento del estado de alarma, hemos asistido o asistiremos a presentaciones de libros, conciertos musicales de toda clase, teatro de improvisación, proyecciones cinematográficas; por supuesto, a exposiciones.

Me había propuesto asistir a tres de estas citas a la sombra, una permanente y dos temporales. La primera resultó fallida, pues el Museo Municipal de Arqueología y Etnología de Segorbe, a pesar de lo anunciado semanas atrás permanece cerrado hasta nuevo aviso. No debería ser por falta de personal, ya que el propio consistorio convocó el año pasado oposiciones directas a cubrir varios puestos de trabajo en espacios culturales, a pesar de sus planes de entregar la gestión de los mismos a manos de una empresa privada. Algo que no se acaba de comprender.

La exposición “Picasso. Le tricorne” que se había inaugurado el pasado febrero era en principio la que más expectativas me había generado y aproveché su reapertura para visitarla y pasar un rato higiénico y agradable. A pesar de que la obra del malagueño me deja un poco frío (me emociona el Guernica, pero por otros motivos) la exposición comisariada por Juan Carrete para la Fundación Bancaja ofrece la excepcional oportunidad de contemplar de cerca su trabajo. Por los diferentes pisos de la casa Garcerán se reparte la curiosa colección compuesta por los bocetos que el pintor realizó para el vestuario y escenografía del ballet Le Tricorne, inspirada en la obra teatral “El sombrero de tres picos” de Pedro Antonio de Alarcón. El ballet, que se estrenó en Londres en 1919, contaba con la música del otro genio español del momento, el compositor Manuel de Falla. Las 32 reproducciones que componen el libro con los bocetos que fuera editado en París en 1920 permanecerán colgadas en las paredes de la Casa Garcerán hasta el 30 de agosto. Como cabe esperar, a pesar de traer el nombre-marca Picasso, es un trabajo limitado, un encargo al servicio de otras artes, pero que no impide disfrutar brevemente del sello del pintor.

La otra exposición destacada estos días es “La escuela en blanco y negro” y se exhibe en la sala Manolo Valdés de Altura. En este caso su inauguración, prevista para la pasada primavera, tuvo que demorarse hasta el 10 de julio y cerrará sus puertas también el 30 de agosto. Personalmente conocía el trabajo de recuperación de la memoria colectiva a partir de la fotografía que lleva haciendo el investigador y CRONISTA OFICIAL DE ALTURA JOSÉ MANUEL LÓPEZ BLAY, coordinador junto a Trini Carot de la exposición, pero advierto que lo expuesto es bastante más que un puñado de sugerentes imágenes. Como si en este caso el inevitable hidroalcohol fuera un ungüento mágico, después de pringar manos, el visitante se adentra en un viaje en el tiempo hasta un periodo de la historia del país 1900-1970 complicado y traumático, marcado por la descolonización, el analfabetismo y el atraso, la inestabilidad política, una guerra civil, una posguerra y una dictadura. La verosimilitud del montaje se ha conseguido reuniendo mobiliario y atrezo de las diferentes etapas en las que se ha dividido la exposición, para que los más jóvenes puedan hacerse una fiel idea de una aula de una escuela de provincias: pupitres de diferentes épocas y formatos, mapas temáticos, modelos anatómicos, cartelería propagandística… Los docentes actuales dejarán escapar más de una sonrisa (o una lagrimica) al leer, por ejemplo, el que recoge las normas que debe cumplir en el aula “el niño bien educado”.

Llama la atención también el buen estado que presentan algunos documentos oficiales de las diferentes administraciones, y sobre todo, la escritura pulcra de las niñas y niños alturanos, como la que se exhibe en los cuadernos de rotación, una especie de libro de actas de la clase que servía al inspector del régimen para comprobar el grado de observancia religiosa y patriótica del maestro. Tal vez uno de los hallazgos más sobrecogedores de la colección sea el texto que firma la niña María Muñoz. Es una típica redacción de fin de curso, en la que con cuidadosa letra (y con las tildes en su sitio) se despedía de las clases y volcaba sus planes en unas próximas vacaciones de verano, parte de las cuales consistían en ayudar a su madre en las labores cotidianas. Lo curioso del documento lo encontramos en la fecha, junto a su firma de lazo. María escribe sus inquietudes un 14 de julio de 1936, a solo cuatro días de que estalle la guerra. ¿Estará viva María? ¿Sobrevivió a esos años en blanco y negro? ¿La ha respetado Covid?Las fotografías son el eje de la exposición y no defraudan. Instantes de un acto, el de retratarse, nada habitual entonces, sobre todo en las primeras etapas donde es común el asombro y la rigidez en la pose de los jóvenes estudiantes. Testimonios también del hambre de la guerra y de la posguerra, del pelo al rape en esos niños escuálidos con caras de viejo prematuro y pantalones remendados; la clase social delatándose en el calzado, mucha alpargata de esparto y alguna tara sin remedio. Las niñas, de mejor ver, al menos el pelo crecido, aunque uniforme (siempre el mismo corte de raya al lado y melenita) igual que la maestra, tal vez depurada esta (obligada a demostrar su compromiso con la nueva escuela nacional, tan lejos de la laica republicana). Más tarde, más cerca, asistimos a vivencias cotidianas en la escuela tardofranquista: los maestros se retratan más relajados, con pose existencialista: cigarrillos y botella de coñac en algún claustro festivo. Es la última etapa, con la dictadura rendida ya al turismo y al cambio cosmético.

Para los vecinos de Altura, por supuesto, el viaje en el tiempo tiene el aliciente mayor de la posibilidad del encuentro con uno mismo o con familiares ya ausentes, tal vez con amores fallidos, con compañeras de juegos y maestros que cambiaron destinos. Incluso se ofrece la posibilidad de fotografiarse sentados al pupitre como un alumno o alumna de la época. Más allá de una exposición sobre el siempre interesante y elocuente mundo de la escuela, “La escuela en B/N” es una experiencia que no deben perderse quienes tengan la posibilidad de acercarse a Altura este verano. Para que no haya excusas, el horario: Viernes, sábados y domingos de 19 a 21 horas.

Fuente: https://www.infopalancia.com

UN AUTOR NOVEL GANA EL PREMI DE LITERATURA ERÒTICA DE LA VALL CON «NO PUC VIURE SENSE TU»

AGUSTÍ GARZÓ ONTINYENT

Un autor prácticamente novel, Vicent J. Sanz Guerrero (Montaverner, 1973), se proclamó ayer ganador del XXVI Premi de Narrativa Eròtica de la Vall d’Albaida, único galardón de la especialidad de las letras españolas. El premio le reporta 4.000 euros en metálico y su publicación en la colección L’eclèctica, de la editorial Bromera. Sanz es arquitecto técnico de profesión pero «mantiene un vínculo muy fuerte con la música y la escritura», destacaron ayer desde el jurado. Cuenta con una anterior novela autoeditada, Bagassa primerenca, beata tardana, que le animó a presentarse a este certamen en dos ocasiones; en ambas, llegó a finalista. La obra ganadora se titula No puc viure sense tu y «combina erotismo y humor». Aborda la aventura de una pareja que decide abrir un negocio; «una casa de placer» en la que su «exclusiva clientela» ha de acudir abierta a aventuras sexuales poco convencionales.

En declaraciones a Levante-EMV, Sanz admitía que pese a esa primera obra anterior, se puede hablar de «un debut» con este premio. «Lo de escritor novel no me molesta; para nada. Es totalmente así», admitía. «Aquella primera obra fue, vista desde la distancia, como un capricho por aquello de tener un hijo, plantar un árbol y escribir libro…», bromeaba ayer. «Era una novela más flojita, y yo lo que quería era un reto mayor; plantear una obra más ambiciosa, más seria. El premio de la Vall era lo que podía darme esa medida», explicó.

Sanz admitía ayer que cuando uno todavía no ha publicado tiene muchas dudas, y pese a que hace tres y dos años su obra a concurso en el certamen de la Vall llegó a estar en la criba final, «me faltaba ese empujón, esa cierta seguridad para decidirme a seguir escribiendo o dejarlo. Era como un último tren, y lo he cogido», señalaba ayer.

La 26ª edición del premio de la Vall contaba este año con 35 originales aspirantes, una cifra récord en la trayectoria del concurso literario que este año celebra una edición singular debido a la situación social y sanitaria: sin gala literaria ni, por consiguiente, tampoco el espectáculo de corte erótico que acompaña la entrega del galardón. Así, ayer se reveló el nombre del ganador en rueda de prensa y se presentó la novela vencedora en 2019, L’olor del pensament, obra del albaidense Josep Penadés.

Los miembros del jurado, que por primera vez es de vinculación totalmente valldalbaidina, han sido en la presente edición José Manel Andrés, en representación del Institut d’Estudis de la Vall d’Albaida, IEVA; Emili Casanova, académico y representante de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, AVL; Josep Penadés, ganador de la 25ª edición; Paula Soriano, persona vinculada a la edición literaria y representante de la editorial Bromera, y el investigador e historiador ANTONIO CALZADO (CRONISTA OFICIAL DE LA POBLA DEL DUC), que lo presidía por delegación del presidente de la Mancomunitat de Municipis de la Vall d’Albaida, entidad promotora de este galardón.

Vicent Gomar, presidente de la mancomunidad, destacó ayer el compromiso del organismo que preside con este certamen, creado en 1993. Primero, devolviéndole su periodicidad anual, y el pasado mes de marzo, manteniendo la presente edición pese al estado de alarma por la crisis del coronavirus. el conseller de Cultura, Federico Vidal, remarcó la plena vigencia del certamen, del que, dijo, acrecienta el papel de «referente cultural de esta comarca».

Dos obras del extranjero

Del total de obras presentadas este año, un total de 19 han sido presentadas por hombres y tres por mujeres, además de dos escritas a cuatro manos. En cuanto a su procedencia, 16 son de comarcas valencianas; 16 más proceden de tierras catalanas; una aspirante ha llegado desde las Islas Baleares, una, desde Estados Unidos y otra desde el Reino Unido, según señalan los organizadores.

Fuente: https://www.levante-emv.com