Arxiu diari: 20 de juny de 2020

EL CONVENTO DE SANTA ANA: ARQUITECTURA Y USOS


Derribo del convento de Santa Ana. 1974.

BERNARDO GARRIGÓS, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA,

El 1 de noviembre de 1607 tres monjas del monasterio de la Santa Faz de Alicante y tres novicias de Xixona fundaron el Convento de Santa Ana[1].

El edificio se encontraba a extramuros de la villa hacia el E y muy cercano al camino de Relleu, que tras cruzar el río Coscó por la zona de la Senieta y la peña En Sala seguía el sendero de la Ereta y ladeaba el barranco que existía en la actual calle Terradets para llevar al viajero al portal de la Vila.

El convento se organizaba alrededor de un patio de forma cuadrada, en cuyo centro había una fuente. Excepto la fachada de la entrada principal, que poseía dos alturas, el resto del edificio sólo tenía una planta.

La iglesia se encontraba en el ala Sur del convento. Tenía planta rectangular con una nave central y 4 capillas laterales a cada lado. La nave central era más alta, que la zona donde estaban las capillas  y se cubría con una bóveda de medio cañón. El crucero no era visible al exterior y se recubría con una especie de bóveda de crucería. El altar mayor se sitúa en la pared del Sur. El tejado era a dos vertientes recubierto con tejas. La fachada principal miraba  al Oeste, pero seguía un eje Norte-Sur, que delimitaría el camino de Relleu.

Tras la desamortización de los bienes eclesiásticos realizada por el gobierno de Mendizábal en 1836 el edificio pasó manos del Estado, quien lo cedió al Ayuntamiento el 12 de septiembre de 1842 para que lo destinara a escuelas y hospital. Según Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico…. el convento de monjas: “se componía en 4 de julio de 1837, que fueron trasladadas a Concentaina, de 9 religiosas de coro y 2 legas”.

El hospital[2] era una institución benéfica de origen medieval dedicada a la atención de los viajeros y transeúntes. En la edad moderna se hallaba en las proximidades del carrer Colomers, a los pies del castillo. El inmueble era más bien reducido y tenía anexa una ermita dedicada a San Ramón. Junto a él se edificó el matadero municipal. En abril de 1847 fueron derribados ambos edificios: “derruido juntamente con el antiguo Hospital, el matadero de esta ciudad por amenazar ruina ambos edificios”.

El hospital fue trasladado al convento de Santa Ana, donde siguió realizando sus funciones hasta el 15 de enero de 1852, en que fue suprimido institucionalmente y sustituido por una nueva entidad, la Casa de Beneficencia. Esta organización continuó brindando sus servicios hasta 1865 cuando se decidió acondicionar el antiguo convento de Santa Ana como escuelas municipales.

El antiguo convento permitía dotar a la ciudad de unas amplias y funcionales  instalaciones educativas, tanto para los alumnos como para los profesores. La planta baja fue destinada a escuela, en ella se distribuyeron: “las cinco escuelas que sostiene el Municipio: una superior de niños, otro elemental, otra de párvulos y dos elementales de niñas, a donde concurren diariamente quinientos alumnos de ambos sexos”[3]. Los párvulos fueron instalados en la antigua iglesia del convento, entrando a la derecha, estando un tanto separados del resto de alumnos, puesto que disponían de un acceso propio. El antiguo claustro fue dedicado a patio de juegos.

La planta superior se empleó para uso y disfrute del profesorado, contando con: alcobas, roperos, cocinas, despensa, gabinete o sala de reuniones, cuarto de baño y una entrada independiente.

Como comentaba el propio Nicolás Verdú la principal ventaja de este edificio radicaba en las condiciones de salubridad e higiene: ”los salones de clase tienen toda la capacidad y ventilación necesarias, respirando continuamente el balsámico ambiente que despiden las flores y frutales que le circuyen”.

Este edificio prestó servicios hasta la construcción del nuevo y flamante colegio Eloy Coloma al final de la Plaça a comienzos de la década de 1930. Después tuvo diferentes usos hasta que fue derribado.

 [1] BERNABÉ RUIZ, José,” La fundación  del Convento de Santa Ana”, El Programa, Xixona, Associació de Sant Bartomeu i Sant Sebastià, 2002, págs. 185- 192.

[2] BERNABE RUIZ, José, “El antiguo hospital de Xixona”, El Programa, Xixona, Associació de Sant Bartomeu i Sant Sebastià, 2003, págs. 195-204.

[3] N.V., “Jijona”, La Voz de Jijona nº 45, 29 de diciembre de 1878.

Fuente: https://bgarrigos07.wordpress.com

LOS FRANCISCANOS IMPULSAN LA CANONIZACIÓN DE UN FRAILE VALENCIANO QUE BAUTIZÓ A 40.000 INDÍGENAS EN LAS SELVAS DE CENTROAMÉRICA

La orden religiosa de los franciscanos impulsa en la actualidad la causa de canonización del misionero valenciano fray Antonio Margil de Jesús (Valencia, 1657 – México, 1726) que fundó hace ahora 300 años, en 1720, la misión de San José y San Miguel de Aguayo, en San Antonio, Texas.

Fray Margil de Jesús, cuyos restos reposan en la Catedral de México, bautizó a más de 40.000 indígenas en países de Centroamérica, que recorrió a pie descalzo varias veces, desde Panamá hasta los actuales Estados Unidos, y de hecho, “pasó meses enteros en los bosques, alimentándose de frutas silvestres, rodeado de indígenas”, según ha indicado el historiador franciscano BENJAMÍN AGULLÓ (CRONISTA HONORARIO).

El fraile valenciano es tenido en esos países por “uno de los más grandes misioneros de todos los tiempos y es venerado incluso por muchos como patrón de Texas”, ha precisado.

Acompañado por un crucifijo y un breviario, fray Margil “evangelizó incansablemente durante años a tribus indígenas, algunas de ellas de antropófagos, y en varias ocasiones él mismo llegó a ser apresado y torturado”.

El proceso de canonización de fray Antonio Margil de Jesús es impulsado en la actualidad por la Postulación General de la Orden Franciscana.

Nacido en Valencia

Nacido en Valencia en 1657, Antonio Margil ingresó a los 17 años en la orden franciscana. Una década más tarde, viajó a México y colaboró en la fundación del colegio Misionero Franciscano de Santa Cruz en Querétaro, en el que más tarde serviría como su Guardián o Presidente.

Pero la verdadera vocación de Margil, sin embargo, “fue el trabajo apostólico con los indígenas” y, así, se desplazó al sur para empezar a evangelizar a las tribus de Costa Rica, Nicaragua, México y Guatemala. Regresó temporalmente a México para fundar el Colegio Apostólico de Nuestra Señora de Guadalupe en Zacatecas en 1706.

A partir de ahí, se dispuso a establecer misiones hacia el norte, en el llamado entonces virreinato de Nueva España y en lo que ahora es Texas. El fraile valenciano fundó varias misiones en el este de Texas y finalmente en San Antonio, donde estableció la Misión de San José y San Miguel de Aguayo, hace ahora 300 años.

Al final de su vida, fray Antonio Margil de Jesús regresó a Zacatecas y Querétaro. Murió en 1726 en la actual ciudad de México, y recibió sepultura en la Catedral Nacional. Las causas de beatificación y canonización de Margil comenzaron a fines del XVIII.

Fuente: https://www.elperiodic.com