Arxiu diari: 9 de juny de 2020

LA OCASIÓN

ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ

Hace unas semanas un buen amigo me comentó por wasap —porque a causa del confinamiento y de la pandemia no podíamos salir de casa— que había comprado un excelente vehículo, de segunda mano, por un precio muy asequible para el gran prestigio de la marca, las condiciones del motor, el estado de carrocería e interior y, sobre todo, la escasez de kilometraje. Pletórico de satisfacción, me envió algunas fotos del coche, para presumir, legítimamente, de su adquisición.

—Chico, la ocasión la pintan calva, —me dijo— y había que aprovecharla. —Bien hiciste, le respondí yo llevándome al cacumen la frase que acababa de decir, bastante empleada pero de procedencia poco conocida.

En el histórico tiempo de la civilización helénica, había una diosa, cuya iconografía se atribuía al gran Fidias, conocida como Ocasión u Oportunidad. Se la representaba como una mujer hermosa, vestida con clámide y con la nuca rapada, frente a una abundancia de cabello en el frontal y el inicio de los parietales. Sus atributos eran las alas en los talones, una rueda y un cuchillo en la mano. Las alas y la rueda, evidentemente, hacían referencia a la velocidad y el cuchillo al tajo. En Google podemos encontrar no pocas estampas de esta deidad caprichosa.

Pues bien, si unimos toda esta información, podemos cuajar una historia fabulosa como todas las de la mitología. La Ocasión pasaba velozmente por delante de algún afortunado que, si quería aprovechar su providencia, tenía que agarrarla frontalmente de los pelos. Difícil empeño, pues debía hacerse en el mismísimo instante de tenerla enfrente, ya que ausencia de su cabello en la nuca, a causa de su calvicie, hacía imposible asirla por detrás y eso si la diosa no hacía uso de su cuchillo y rajaba su melena, dejando al interesado con un palmo de narices y el mechón en la mano. Mi amigo, sin duda, tuvo suerte.

Fuente: https://www.elperiodicomediterraneo.com

LO QUE DICEN QUE VIENE

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Te entretienes, disfrutas con ese concierto primerizo que el valenciano Gustavo Gimeno ha dirigido en el Concertgebouw de Amsterdam; y te sientes orgullosos al ver que esa espléndida reorganización del Museo del Prado es obra de otro valenciano, Miguel Falomir. Ha sido un fin de semana para recordar, un sábado y un domingo de terrazas llenas y viejos placeres recuperados: cerveza bien fría, paella valenciana bien hecha y café exprés fuerte de bar. Para redondear algo parecido a la ‘normalidad’, solo falta, es cuestión de horas, el regreso del fútbol: cuando la televisión muestre balones que ruedan, los días oscuros empezarán a desdibujarse e incluso ese alineamiento actual -medio país haciendo causa con la gestión del Gobierno, el otro medio mostrando sus gravísimos errores- se irá olvidando. A primeros de julio, cuando se abran las compuertas del turismo, marzo estará olvidado e incluso habrá voces que echarán de menos las Fallas.

La capacidad de resistencia y adaptación es consustancial al ser humano y corre en paralelo con su deseo de olvidar los malos tiempos. Pero el caso es que empiezan a menudear ya los artículos y reflexiones que señalan al menos tres campos donde a España y a Europa, al planeta entero, con los valencianos perdidos como una gotita en el mar, les queda mucho que debatir, pelear, sufrir y decidir. La Sanidad y la Educación, son dos elementos sustanciales: quizá sea preciso revisarlo todo, desde el ambulatorio a la geriatría, desde los parvularios a la Universidad. El tercer ámbito será la Justicia, que a su colapso ancestral acaba de unir un parón que da vértigo.

Lo más grave es que todo nos va a venir junto, en otoño, en medio de una nueva y muy grave crisis económica y en el contexto de dos debates: el del servicio público en combate abierto con la esfera privada; y el de la precisa, inevitable, inaplazable austeridad. Que va a ser exigida por todos los que, desde Europa, se tomen la molestia de darnos o prestarnos dinero para hacer más llevadera esa angustia financiera que hoy por hoy no queremos ver detrás de las paellas y las playas parceladas.

Vienen tiempos muy duros, y todos lo sabemos. Sánchez prepara lo que ya se está llamando unos «presupuestos de reconstrucción nacional», que deberían ser aprobados por una mayoría extraordinariamente amplia que eliminara a los dos extremos del mapa político. Más allá de las terrazas y el balón, todos sabemos que la coalición actual de Gobierno es la que Europa menos desea. Del mismo modo que tenemos claro que la polarización y el enconamiento actual de la política no sirven para nada.

Fuente: https://www.lasprovincias.es