Arxiu diari: 7 de juny de 2020

LOS GRANDES MISTERIOS DE LA VIDA PRIVADA.15. LOS RAYOS X DE ROENTGEN

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

En la noche del 6 de diciembre de 1897, lo más encumbrado de la Medicina valenciana se dio cita en la plaza de las Barcas: en un local situado junto a su farmacia, el doctor Quesada y el doctor Pastor iban a protagonizar una sesión científica práctica en torno a los Rayos X, el gran invento del doctor Roentgen, del que tanto se hablaba.

Allí estaba el patriarca de los Peset, junto con Navarro Gil, Sleker, Candela, Carlos Pastor, Ferrando, Orts, Planellas, Arau, Laftaya Masía, Andreu y Fabía y bastantes más; eran la flor y nata del hospital y de las clínicas privadas valencianas, expertos en traumatismos, cirugía, enfermedades del pecho y también ginecología. Y todos quedaron entusiasmados, junto con los representantes de la prensa, por los frutos de una sesión en la que Quesada, y el doctor Rafael Pastor presentaron en Valencia el conjunto de aparatos más potentes que existía: “una bobina Runkorf, que da 45 centímetros de chispa, (unida) a un tubo bianódico Muret y a un interruptor especial, del que se ha obtenido patente recientemente, y que es la última combinación del distinguido profesor físico francés, por lo cual, los rayos catódicos atraviesas la cavidad del pecho”.

Era el mismo equipo que usaba en París el doctor Bouchardat, la primera eminencia francesa en materia de Rayos X. Y estaba complementada por aparatos de medica condensación y resistencia “dispuestos admirablemente en una ancha cámara oscura, indispensable para la mejor apreciación de los experimentos”.

Los expertos  locales, a cada cual más interesado dejaron gabanes, sombreros y bastones y se arremangaron. Pastor explicó todo cuanto sabía de los misteriosos Rayos X y destacó “la importancia que tienen en la investigación clínica, afirmando con argumentos irrefutables, que dan una seguridad grandísima en el diagnóstico de muchas enfermedades y accidentes traumáticos, que no se pueden obtener por ninguno de los otros medios conocidos”.

Todos los congregados lo sabían: Roentgen, en su laboratorio de Würzburg, había dado con unos rayos que eran capaces de atravesar la carne y los tejidos blandos. La noticia empezó a inundar el mundo médico, y las columnas de los periódicos, a finales de 1895. Y fue uno de los inventos del Siglo de los Inventos que más deprisa se expandió: En febrero de 1896, el doctor Pablo Colvée, alumno del doctor Monserrat, hizo la primera demostración del principio de Roentgen en el Instituto de Segunda Enseñanza de Valencia. Poco después, el padre Civera, profesor de Física de las Escuelas Pías, hizo otras demostraciones interesantes de las que se ocupó la prensa valenciana. Pero en muy pocos meses, Valencia pasó de las conferencias teóricas que impartió Colvée en la primavera de 1896 a disponer de equipos aplicables en la práctica sobre enfermos reales.

La primera radiografía que conoció la Medicina moderna fue la de la mano de la esposa de Roentgen. Se veían todos los huesos de sus dedos e incluso el grueso anillo que llevaba en el anular. Pero había tenido que aguantar más de quince minutos de exposición a los rayos para dejar una huella fotográfica visible. La máquina traída a Valencia desde París, según explicó Pastor, reducía a solo un tercio de minuto la exposición y servía para explorar todo el tórax y separar con claridad la visión de los huesos de la de las vísceras. Según la prensa escribió, el doctor “enseñaba fotografías obtenidas por él, de manos y pecho, en las que había verdadero lujo de detalles, puesto que se apreciaban con claridad las articulaciones y sinuosidades de los huesos, y hasta el espesor de los músculos que los revestían”.

Pasaron por pantalla, en aquella noche memorable, “los huesos y músculos de las manos del doctor Pastor, y luego un brazo, una pierna y la cabeza de uno de los dependientes de la farmacia”. Cuando ya todos estaban admirados y convencidos de aquella maravilla, Pastor invitó a otro empleado, al no le dejó desvestirse. Tal y como estaba, con su chaqueta y chaleco, lo metió en la cámara oscura. Y todos observaron, tras la corbata y los botones de la camisa, su pecho “cuyas costillas se veían mover, como se veía mover también el pericardio, y como se veía asimismo claramente subir y bajar el diafragma”.

Las felicitaciones desbordaron cualquier previsión. Quesada y Pastor tenían en su laboratorio un gran esperanza para la medicina del futuro. El periódico deseó que “este adelanto de la ciencia de a sus patrocinadores el mismo satisfactorio resultado que a la humanidad doliente”. Y así fue: los médicos no tardaron en enviar enfermos al laboratorio de Quesada y Pastor, que muy poco después introdujeron en Murcia el invento de Roentgen. Ver lo que ocurría tras la piel facilitaba la cirugía y el éxito ; en los tumores, en las heridas por asta de toro, en las inflamaciones de los órganos internos, en las piedras del riñón y en esa tuberculosis contra la que luchaban todos, ahora había una facilidad de diagnóstico muy precisa.

Menos de un mes después, en enero de 1898, los médicos forenses de Madrid tuvieron un aparato de Rayos X al servicio de la investigación policial. Antes de extraerla, esa bala fotografiada tenía mucho que decir… Apenas habían pasado dos años y un mes del hallazgo de Roentgen.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/

PETRER VISITA A FRANCO


La corporación municipal con Franco. De pie de izquierda a derecha : el secretario del Ayuntamiento José Antonio Alcón Zaragozá, el exalcalde Nicolás Andreu, Joaquín Martínez Chico, el gobernador civil Mariano Nicolás, Franco, Antonio García Palazón “Ricote”, Pedro Herrero, Enrique Navarro Quiles, José Luís Torres, Carlos Payá, Manolo Maestre y Rodrigo Millá. Bajo: José María Requena, Manolo García, Vicente Villaplana y Juan Andreu.

Mª CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER

El 7 de junio de 1972, hace hoy 48 años, la corporación municipal de Petrer fue recibida en audiencia oficial por el jefe del Estado Francisco Franco Bahamonde, en el palacio de El Pardo, con motivo de la entrega de la Primera Medalla de Oro de la Villa de Petrer.

La idea de concederle la más alta distinción municipal que el Ayuntamiento podía otorgar surgió a finales del año anterior, aprobándose esta iniciativa en la sesión del pleno de 20 de octubre, con asistencia de la totalidad de sus componentes y por aclamación unánime.

Junto a la medalla, se le entregó también un pergamino que se hacía eco del acuerdo plenario por el que se aprobaba este honor del Ayuntamiento y en el que se destacaba “la gratitud, el afecto y la incondicional adhesión de esta villa y de sus habitantes, por clamorosa unanimidad acuerda otorgar a S.E. el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde la primera medalla de oro con el escudo de esta población conmemorando así el XXXV aniversario de la exaltación de S.E. a la jefatura del Estado”. Se celebraba que el 1 de octubre de 1936, Franco había sido nombrado Jefe de Gobierno del Estado Español en una ceremonia de investidura con la presencia de diplomáticos de Italia, Alemania y Portugal, adoptando a partir de entonces, el título de Caudillo por la Gracia de Dios.

La comitiva estuvo compuesta por toda la corporación municipal y al frente de la misma el alcalde Pedro Herrero Herrero. También asistieron a esta audiencia, como invitado especial, el que fue durante veintiocho años alcalde Nicolás Andreu Maestre, el gobernador civil de Alicante y jefe provincial del Movimiento desde 1969 hasta 1973, Mariano Nicolás García, y el secretario del Ayuntamiento, José Antonio Alcón Zaragozá.

Pedro Herrero en un discurso lleno de patriótismo le testimonió al Generalísimo su inquebrantable adhesión y le manifestó su reconocimiento y gratitud destacando la belleza de la villa de Petrer, “prestigiada por su laboriosidad y por la sin igual simpatía y generosidad de sus gentes hacia quienes tienen la fortuna de conocerla”. Destacó también que la fecha del 7 de junio de 1972 quedaría grabada en letras de molde en la historia del municipio, afirmando que “viendo a estos dos alcaldes juntos, unidos con Franco, y a esta joven generación de concejales, no había más que mirar hacia atrás sin olvidar el presente y contemplar la transformación social que Petrel había experimentado”. El alcalde terminó su alocución agradeciendo el honor que suponía que aceptara esta distinción y le agradeció que se preocupara por los problemas del pueblo.

La audiencia matinal de aquel día del Caudillo en el Palacio del Pardo era muy apretada y fue un ver y no ver. Según testimonios orales de algunos concejales que acudieron a este evento, se llevaron un profundo desengaño acerca de Franco y lo retratan como muy anciano y desmejorado. La advertencia de rigor de “no apriete la mano” tenía su explicación. Franco ya estaba muy débil. Cuando el general recibió a la corporación petrerense, tenía 80 años, y, dada su avanzada edad, el jefe de protocolo les sugirió que los saludos no fuesen muy efusivos y que durante el discurso alzasen la voz.

Como curiosidades de esta visita decir que todos los asistentes a la misma se hicieron el traje a medida para acudir a esta recepción tan relevante para la corporación franquista. Se encargó de la confección el sastre alicantino Daniel Navarro Lloret que vino en varias ocasiones a tomar medidas y a probar los trajes.

En Petrer, nada más finalizar la Guerra Civil, a la plaza principal del pueblo se le puso el nombre de Franco. En este sentido, a la que con anterioridad se había conocido como plaza de la República, pasó a llamarse plaza del Generalísimo en honor a Francisco Franco Bahamonde (El Ferrol, 1892 – Madrid, 1975). Un hombre que cuando acabó la guerra asumió en su persona todos los poderes del estado. Su dominio personalista y autoritario y la falta de libertades públicas caracterizaron este periodo de la historia de España.

En marzo de 2010 se presentó una moción por la que se anulaba el acuerdo plenario de 1971 por el que se concedía esta medalla a Franco, aprobándolo el Ayuntamiento Pleno democrático por unanimidad. Però d’això parlarem més endavant.

Fuente: https://www.valledeelda.com

UN ELDENSE ASESINA AL GENERAL BERENGUER


General Fernando Berenguer Fusté

GABRIEL SEGURA, CRONISTA OFICIAL DE ELDA

Malos tiempos para la política española corrían en 1934. La radicalización y violencia se había apoderado del panorama político. Las conspiraciones antirrepublicanas urdidas por los sectores monárquicos eran constantes; las diferencias ideológicas hacía mella entre los partidos republicanos; las diferencias de estrategia política dividían a los sectores moderados y radicales de los partidos; y, los partidos de corte fascista, al estilo italiano, cada vez cobraban más protagonismo, al amparo de la dinámica europea.

En aquel panorama de crispación de la vida política y social, el anarquismo continuaba su lucha violenta para acabar con cualquier forma de estado, independientemente de que fuera monarquía o república.

Hoy hace 86 años, muy lejos de la ciudad de Elda, tuvo lugar un luctuoso suceso que no tuvo repercusión alguna en la ya de por si agitada vida de los eldenses, pero que forma parte de nuestra pequeña historia.

Un 6 de junio de 1934, a la salida de su casa en la localidad vasca de Hernani era asesinado el general Fernando Berenguer en el jardín de su casa familiar “Villa Albernia”, sobre las 21 horas, cuando regresaba de la estación del tranvía junto a su hermana Dolores. Tras cuatro o cinco detonaciones de arma de fuego realizadas por varios individuos que huyeron a continuación en un automóvil, varias de balas alcanzaron al general ya retirado, que falleció a los pocos minutos en el interior de su casa, atendido por su familia.

Por las pesquisas policiales el asesinato fue realizado con pistola automática, de 7’35 mm, estando implicados tres personas. Veinte días mas tarde, el 27 de junio la Guardia Civil detuvo a Emiliano Huertas Rojo, natural de Valencia y de comprobada filiación anarquista, identificándolo como uno de los presuntos asesinos del general Berenguer. Por sus declaraciones, sabemos que estuvo acompañado por otros dos individuos, a los que conoció días antes en el enclave ferroviario de La Encina (Alicante), desde donde marcharon a Madrid, y desde aquí hasta San Sebastián. Únicamente sabía de ellos que uno era de Zaragoza y el tercero era natural de Elda, en Alicante.

Por la posterior investigación policial se supo el asesinato fue fruto de un error al ser confundido el general con su hermano el también general Dámaso Berenguer, quién había sido presidente del gobierno (1930-1931) tras la dictadura del general Primo de Rivera, durante el periodo conocido por los historiadores como la Dictablanda.

Nada sabemos de aquel eldense que participó en el atentado. Desconocemos su nombre, su trayectoria posterior, pues no llegó nunca a ser identificado. Pero que sin duda se convierte en ejemplo del violento activismo del anarquismo eldense que meses antes había protagonizado la huelga general revolucionaria el 10 de diciembre de 1933.

Fuente: https://www.valledeelda.com