LA FOTO DE ROBERT CAPA, 75 AÑOS DESPUÉS

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

El 18 de abril de 1945 el fotógrafo Robert Capa estaba en Leipzig, siguiendo a los soldados norteamericanos en su avance. Se rendían batallones enteros, en lo que era un desmoronamiento de todos los frentes, y Capa, famoso y respetado por su trabajo, tenía licencia para estar en primera línea, fotografiando escenas verídicas de guerra junto a la Infantería. Tomó varias imágenes de soldados alemanes que se rendían, aquí y allá, y entró en una casa en la que las tropas liberadoras habían tomado posiciones. Cuando dos soldados instalaron una ametralladora en un balcón que tenía buenas vistas sobre un puente, los hizo posar, como a tantos otros. Luego pasó al interior de la casa y les dejó en el balcón… Un minuto después sonó un ruido y se oyeron gritos. Uno de los dos servidores de la ametralladora acababa de morir, de un disparo en la frente, abatido por un francotirador alemán. Tomó varias instantáneas con su Leica: la sangre aún brotaba de la cabeza del muchacho; en cada fotograma, el charco se iba haciendo cada vez mayor y mayor…

Capa había visto morir a mucha gente. Estuvo en España y vio el horror de una guerra civil. Su foto de un miliciano cayendo herido de muerte –dicen que era un muchacho de Alcoy– ha pasado a la historia por su simbolismo, aunque muchos dicen que tuvo truco, que se había tomado durante una exhibición pedida por el fotógrafo, como era costumbre en la época. En todo caso, Capa arriesgaba y tenía una calidad documental impresionante. Estuvo trabajando también en Normandía, metido en el agua el día del Desembarco, rodeado de gente que chapoteaba para esquivar las balas sin ahogarse. La muerte de aquel soldado en Leipzig le impresionó, pero cayó como lluvia sobre mojado. El carrete de celuloide con la serie de imágenes del soldado muerto, emprendió viaje junto con otros, mientras la victoria aliada se iba imponiendo en los últimos días de abril.

El 30 de abril se suicidó Hitler. Y a las 2’41 de la madrugada del 7 de mayo de 1945 el mariscal Jodl firmó la rendición de los ejércitos alemanes en un bosque cercano a Reims. Después de 2.076 días de combates, terminaba la guerra en Europa. El día 8 de mayo, Francia y Canadá, Gran Bretaña y Estados Unidos, el mundo entero, celebró la derrota de los nazis. Masas de gente llenaron el centro de las grandes ciudades y celebraron la Victoria. La familia real británica saludó desde los balcones de Buckingham a una multitud ansiosa de paz después de tanta desgracia.

El 14 de mayo, la revista “Life” de Nueva York publicó un número dedicado al final de la guerra. En su portada iba un soldado americano victorioso saludando al mundo sobre un decorado nazi con la cruz gamada. En el interior, estaban las fotos de Robert Capa en Leipzig. Habían sido tomadas casi un mes antes; pero para el redactor jefe fue épico titular que ofrecían las imágenes del último muchacho americano muerto por la paz. Incluso se podría pensar que la foto de Capa  era la de un soldado que había muerto estando firmada ya la paz.

No fue así, pero así se escribe la historia. Hace poco, en 2016, la ciudad de Leipzig bautizó la calle donde ocurrió la triste muerte de aquel soldado como “Bowmanstrasse”. El caído a manos de un francotirador, Raymond J. Bowman, de Rochester, Nueva York, tuvo al fin su homenaje. Y pudieron conseguir que su compañero, Lehman Riggs, estuviera en el acto sosteniendo la placa. La casa, restaurada desde hace poco, guarda fotos y recuerdos de aquellos días terribles.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/