ADOQUINES

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Las fotos son enternecedoras: como los astronautas que en ‘2001’ posan junto al misterioso monolito negro, y lo tocan con respeto, casi con miedo, los máximos dirigentes de la ciudad bajaron el lunes a la calle, con las reglamentarias mascarillas, y se enfrentaron al viejo pavimento de adoquines, a las vías del viejo tranvía aparecidas en cuanto se ha rascado el suelo para reformar la plaza el Ayuntamiento. ¡Mira, mira lo que ha salido!, me escribe un amigo, emocionado… Pues, sí: son adoquines, los que había hasta hace poco.

Es curioso, pero no es para tanto: la mayor parte del pavimento de adoquines está bajo el asfalto, en las rondas y en las principales calles de la ciudad. Los taparon por economía y por pereza, como en todas las ciudades, y está ahí, durmiendo. No es mucha noticia, pues, que salga a la primera. Los arqueólogos de la ciudad, no hace tanto, anunciaban la aparición de un circo romano enorme por la zona de Nápoles y Sicilia y nadie iba a hacerse una foto ni les daba más presupuesto para trabajar. No es preciso recordar lo que se hizo con el Palacio Real para entender la crueldad valenciana con su memoria, en los tiempos de la ‘vieja’ normalidad.

En tiempos de mascarilla, la memoria es ahora nostalgia emocionada de la otra ciudad. Provoca una escena un poco infantil, cuando posan los ediles, agachados en adoración ante las vías por las que el tranvía circuló hasta… junio de 1970, justo hace cincuenta años. Y yo me pregunto, en todo caso, si serán los adoquines del empréstito del marqués de Sotelo, los de la Bajada de San Francisco, o quizá otros colocados después porque Franco venía tras la recuperación de la riada. Por allí estuvo, viejecito ya, el Jacinto Benavente que había pasado la guerra en el edificio de Barrachina y bajó a ver la entrada de «los nacionales». ¿Son los adoquines que pisaron Azaña y Alcalá Zamora? ¿Los de la auténtica Cabalgata de los Niños de 1938? Adoquines. Tranvías que iban a Mestalla o a Las Arenas, esfuerzo continuado de la ciudad al servicio del automóvil. Brillantes en las noches de lluvia, pulidos por el paso del Sogea, las bicicletas obreras, los carritos de mano del estraperlo y los coches con calderín del gasógeno.

Los trabajadores de la contrata rascan y yo recomendaría prudencia en la excavación. Si nos sale la cripta del convento de San Francisco, señor Grezzi, está usted listo: se le puede paralizar el proyecto y tenemos frustrados los planes de una plaza nueva para las fallas de 2021. Asesórense, no vayan al tuntún. Esa plaza, la de los Mil Nombres, es mucha plaza.

Fuente: https://www.lasprovincias.es