Arxiu diari: 30 de maig de 2020

GRANDES MISTERIOS DE LA VIDA PRIVADA. 13. EL MICROSCOPIO DE CRISÓSTOMO MARTÍNEZ

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

“Aunque es verdad que el microscopio descubre agradablemente las cosas, con todo eso, si se consulta sin más ni más, tal vez desfigura las cosas…” En una de las cartas que conserva el Ayuntamiento de Valencia, Crisóstomo Martínez informa de sus métodos de trabajo, hora tras hora, poniendo huesos humanos, tejidos y médulas, bajo una potente lente de aumento.  Crisóstomo Martínez no era médico, sino pintor. Pero se transformó con el tiempo en un magnífico grabador y en el mejor anatomista de su tiempo. Es el primer valenciano que habló del microscopio y lo manejó en su tarea investigadora. Pero no está claro si lo tuvo durante sus trabajos en Valencia, o más tarde, cuando se fue a París a estudiar anatomía, con los mejores especialistas del momento y con las herramientas más potentes que se conocían para aumentar a la visión los objetos más pequeños.

La vida de Martínez da para una novela y una serie de televisión hecha con medios. Pocas veces encontraremos un personaje como él, capaz de desafiar retos y peligros con tal de trabajar en lo que le apasionaba. El profesor López Piñero, el gran estudioso de la Medicina española y valenciana, dice que “ocupa un lugar de excepción en la medicina del último tercio del siglo XVII. Su obra anatómica fue la única contribución importante al saber morfológico realizada en España durante dicha centuria”. Un tiempo, hay que añadir, en el que España andaba sobrada de autos de fe de la Inquisición y de estrictos médicos galenistas que rechazaban cualquier innovación porque todo, pensaban, estaba ya estudiado, escrito y consagrado.

Cuando la peste de 1647 los médicos galenistas y los innovadores chocaron abiertamente, para empezar sobre la naturaleza de la enfermedad. Pero con el paso de los años, y pese al oscurantismo del reinado de Carlos II, el rey Hechizado, la Medicina valenciana, junto con las Matemáticas, dieron saltos de gran importancia, contra toda corriente. Por eso se habla del movimiento de los “Novatores”, de los innovadores, que permitieron que el mundo académico valenciano, su universidad, entrara en el siglo XVIII con los ojos más abiertos que el resto de España, algo más preparados para las luces de la Ilustración.

De Martínez hay pocas pistas personales, aunque el Ayuntamiento conserve el grueso de sus láminas y de sus escritos. Se sabe que nació en 1638, en una familia de sederos, y que se dedicó a la pintura, aunque no ha quedado ningún óleo o dibujo que se le pueda atribuir. Fuera del campo médico, solo se conserva de él un grabado precioso del proyecto del puerto que entonces se quería tener: un dique con escollera, terminado con un fuerte de vigilancia.

Pero en 1680 comenzó a trabajar en la realización de un Atlas Anatómico por encargo de la Universidad: huesos, músculos, órganos, articulaciones, empezaron a cobrar evidencia científica de la mano de un grabador excepcional. Un gran artista se convirtió en un anatomista de excepción, capaz de trasladar a los médicos toda la capacidad de observación que le proporcionaba un portentoso trabajo con los buriles… y con el escalpelo.  Los humanos aparecían liberados de la piel para mostrar en las láminas de Martínez los músculos y su configuración articular, la portentosa armonía que hacía posible el movimiento de las extremidades y del tronco. Las manos y los pies se presentaban como una máquina, de conjugación perfecta, hecha por la naturaleza para correr o agarrar objetos. Pero faltaba más… Martínez necesitaba conocer lo que se estaba haciendo por el mundo en su campo de trabajo y para ello no había otro referente mejor que París.

En 1685, la Universidad y el Ayuntamiento pidieron permiso al rey para que el estudioso pudiera irse a París a trabajar con los mejores expertos. En la demanda, decían que le pagaban estancia y estudios; pero como Francia y España estaban en guerra, argumentaban que la calidad de las tintas, el papel y las técnicas del grabado eran insuperables en Francia, cosa por otra parte bastante cierta. La Corte se ablandó, y a pesar de la guerra, la respuesta fue positiva en poco más de un año: en 1687, Crisóstomo Martínez se instaló en el colegio parisino de Montaigne, para estudiosos de alto nivel, donde por ejemplo había estado el valenciano Luis Vives.

De los 18 grabados que se conservan, doce se prepararon en Valencia y los otros seis en París. Allí trabajó el grabador anatomista valenciano con los mejores de Francia y de Europa. Allí aprendió lo último en la técnica del grabado y la estampación, pero sobre todo lo más nuevo a la hora de preparar huesos, tejidos, cartílagos, músculos y tendones, en piezas de todo tamaño y presentación, para que resultasen bien visibles e iluminadas tras la lente del microscopio. “Esto requiere mucha maña y diversidad de huesos” –escribió Martínez, según relata López Piñero–. “Unos crudos, otros cocidos y otros secos o medio secos, y variedad de vidrios; esto es, unos que descubren una gran parte, con aumento y claridad fiel, para hacer capaz de lo total; después se examina una parte de esta parte con otro vidrio que aumenta más y así por grados hasta llegar a examinar con un microscopio muy fino una partecilla tenuísima…”

Crisóstomo Martínez trabajo de un modo extenuante. No es preciso imaginar que su trabajo de cocer, trocear y observar a la lupa restos humanos debió ser duro y poco agradable. Hasta que un día llamaron a la puerta de su habitación:

— En nombre del Rey de Francia, queda usted detenido por espía…

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/

TRES VECES CORONADA

ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ/CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Podemos pensar que el año 2020, no es un mal año. Por favor, no interpreten mal estas palabras, ya que para aquellos que confiamos en la buena gente, hemos vivido y estamos viviendo la solidaridad de grandes profesionales en todas las ramas sanitarias, del orden público, de todos los sectores de la alimentación (supermercados, expendedores, y transportistas), y los muchos voluntarios que han estado al tanto ayudando a sus vecinos más vulnerables o fabricando mascarillas caseras. La solidaridad ha vencido a la pandemia, y es algo a tener muy en cuenta.

A pesar de sentir y dolernos de muchos fallecimientos y haber faltado el consuelo de su familia en los últimos momentos; para aquellos que tenemos fe, nos hemos sentido acompañados por nuestras creencias y hemos recurrido en nuestras oraciones para pedir el descanso eterno de los nuestros, y hemos buscado la protección divina que, otras muchas veces, en malos momentos no ha faltado.

Y allí, no nos ha fallado la Virgen de Monserrate, nuestra Patrona, que ha estado como siempre al lado de los oriolanos en riadas, plagas, incendios, terremotos y epidemias.

Y este año, aún más, y hemos recordado lo que de niños nos enseñaron nuestras madres: aquél hecho glorioso y milagroso acaecido, en 1306, que narraba el que fue Cronista Oficial de Orihuela Rufino Gea, en su “Historia de los Oriolanos”, en 1920.

“Cuenta la historia que un día,

la pobre gente oriolana,

de la raza musulmana

la esclavitud padecía;

y con angustia sombría

socorro al cielo pidiendo,

se sorprendieron oyendo,

en la montaña vecina,

voz misteriosa y divina,

en su socorro acudiendo.

Aquella voz sobrehumana,

al monte los conducía,

y entre peñas, se oía

el ruido de una campana.

Con diligencia cristiana,

las peñas de allí arrancaron:

¡Entre las peñas la hallaron,

y con lágrimas fervientes,

aquellas humildes gentes

su Patrona la aclamaron!”.

Y esta historia se repetirá, una y otra vez, y se recordará en los “Gozos a la Virgen de Monserrate”:

“Como tesoro escondido

debajo de una campana,

os halló la fe oriolana,

atraída del sonido:

Todos tu imagen hermosa,

veneran agradecidos”.

Han transcurrido 714 años desde entonces, y ahora, en éste conmemoramos el primer centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de Monserrate, a la que yo me refiero en muchas ocasiones como la “Tres veces Coronada”.

“Por primera vez sobre las augustas sienes de Nuestra Señora de Monserrate, venerada y prodigiosa imagen, justo orgullo de los oriolanos”, fue coronada nuestra Patrona, el domingo 7 de noviembre de 1897, dando cumplimiento a un legado testamentario de Matías Rebagliato y Sorzano, alcalde de Orihuela en los años 1878 a 1886. Para, ello dejó 6.000 duros (30.000 pesetas o 180,31 euros de hoy), a fin de que se fabricara la corona, lo que realizó el orfebre mallorquín Bernardo Pomar, en 1896, en oro esmaltada con pedrería.

El acto de la Coronación se efectuó alrededor de las 9,30 de la mañana en el Santuario de Nuestra Señora de Monserrate, al que fue llevada la corona “en forma triunfal” desde el Palacio Episcopal bajo los sones de las Bandas de Música Santa Cecilia y Municipal.

La corona fue impuesta a la imagen de la Patrona por el obispo Juan Maura y Gelabert, y tras una alocución del mismo, se entonó un “Te Deum” y celebró una eucaristía por el canónigo Antonio Murcia, asistido por los beneficiados Ángel Trigueros y Pedro Masiá. La cátedra sagrada la ocupó el también canónigo, Agustín Cavero Casañes y se interpretó la misa del maestro Eslava a gran orquesta y coro, dirigidos por el organista de la parroquia de Santiago, Carlos Moreno Soria.

Por la tarde se celebró una solemne procesión, en la que la Virgen portó un manto de plata bordado en oro, que tuvo el siguiente itinerario: Capuchinos, San Francisco, Hospital, Santa Justa, Feria, Colón, Plaza de Cubero, Plaza de la Constitución (Plaza Nueva), San Pascual, Calderón de la Barca, Arzobispo Loazes, Fray Diego José de Cádiz (Alfonso XIII), Duque de la Victoria (Ballesteros Villanueva), Paseo de Sagasta, Santa Lucía, Soleres, Soledad, Mayor, Ángel (López Pozas) y Santiago.

Todos las calles y plazas del recorrido se encontraban engalanadas con arcos de triunfo y los domicilios adornados con tapices y colgaduras, habiendo gran “profusión de banderas luciendo los colores de la Patria”.

A la procesión asistieron todas las asociaciones y cofradías religiosas, junto al Seminario, comisiones de militares y Colegio de Abogados, Cabildo Catedral y el obispo. Cerraba la comitiva el Excmo. Ayuntamiento de Orihuela, bajo mazas y custodiado por la Guardia Municipal. El “Pendón principal”, fue portado por el marqués de Rafal y cerraba la procesión las Bandas de Música citadas. Al llegar al Santuario se entonó una Salve.

Entre los actos programados, en la mañana del viernes día 5 hubo repique general de campanas, dulzaina, elevación de globos aerostáticos y disparo de morteretes.

Una vez concluida la ceremonia de la Coronación, se efectuó un reparto de comida a los pobres en la calle Fray Diego José de Cádiz (Alfonso XIII), consistente en la entrega de 150 lotes que contenían: 2 libras de pan, una cuarta de carne, media libra de arroz, garbanzos y embutido.

Por noche del viernes y del sábado, en la Plaza de Monserrate y en la calle Calderón de la Barca se celebraron conciertos musicales. La ciudad por la noche de este último día y en la del domingo gozó de iluminación, “notándose instalaciones de luz eléctrica y de gas acetileno”, concluyéndose los actos con el disparo de un castillo de fuegos artificiales en la Plaza de Monserrate, a cargo del pirotécnico, José Cánovas.

Transcurren casi 23 años, hasta llegar a la segunda Coronación que se efectuó el día 31 de mayo de 1920. Dieciséis días antes, el obispo Ramón Plaza y Blanco, a través del “Boletín Oficial del Obispado de Orihuela” mediante una circular, anunciaba e invitaba a la Coronación Canónica de Nuestra Señora de Monserrate, en virtud de un Decreto del Cabildo de Patriarcal Basílica Vaticana de 11 de noviembre de 1919, concediendo autorización para llevar a cabo la misma. En dicha circular, recordaba la anterior Coronación y pedía que “con júbilo nuestra muy querida Ciudad de Orihuela” lo celebrase. Así fue y quedó escrito en los anales oriolanos dicha efeméride.

La víspera de la Coronación, la imagen fue llevada en procesión hasta las Casas Consistoriales en la Plaza Nueva, siendo introducida en el Salón de Sesiones, donde se celebró un consejo presidido por el alcalde José Martínez Arenas, y fue nombrada Alcaldesa Honoraria de la Ciudad de Orihuela, siendo velada toda la noche por los concejales, miembros del Cabildo Catedral, por la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate y por las señoras que formaban su Corte de Honor.

A las diez de la mañana, estando la Gloriosa Enseña de “El Oriol” ondeando en el balcón principal de las Casas Consistoriales, se llevó a cabo la Coronación, después de darse lectura a los rescriptos en que se declaraba a Nuestra Señora de Monserrate como Patrona de Orihuela y se facultaba al prelado para coronar canónicamente a la imagen. Tras celebrarse una misa rezada oficiada por el canónigo Francisco Iñesta Cañizares, el obispo Ramón Plaza y Blanco impuso la corona a la imagen. Estuvo presidiendo el gobernador militar de Alicante, en representación de los Reyes de España.

La fiestas de la Coronación se celebraron desde el día 24 de mayo hasta el citado día 31. Se sucedieron una serie de actos festivos como alboradas y dianas; “fiacolatta” con carrozas, comparsas a pie y a caballo, gigantes y cabezudos, bandas de música; Bando de la Huerta; conciertos y verbenas en la Glorieta; repartos de premios a la honradez y aplicación a los niños de las escuelas públicas; comidas a los asilados y presos; tiradas de pichón; Batalla de Flores; corrida de toros con los diestros Saleri II, Valerito y Dominguín. En la parte musical de algunos de estos actos participaron las siguientes agrupaciones musicales: Banda del Regimiento de Infantería de Sevilla nº 33 de Cartagena, “La Orcelitana” de nuestra ciudad; las Bandas de Música de Bigastro, Rojales, Beniel y Granja; Banda de Música de Infantería de Marina de Cartagena; “La Filarmónica” Sociedad de Conciertos de Cartagena.

Dentro de los actos, la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos, los días 29, 30 y 31 repartió a las once de la mañana, en su domicilio social mil raciones diarias de pan y arroz. Así mismo, el día 28, se celebró un pontifical celebrado en el Santuario de la Patrona por el obispo de Cartagena, Vicente Alonso Salgado, en que se cantó la misa del maestro Higinio Manzanares dedicada a Nuestra Señora de Monserrate por los oriolanos ausentes, y fue orador sagrado Julio López Maymón, deán de la catedral de Cartagena en Murcia. Tras la conclusión de la ceremonia se trasladó una comisión de dichos ausentes al Asilo para presenciar el reparto de un almuerzo a los asilados, financiado por aquellos.

Además del acto de la Coronación y de este pontifical, el día 25 fue consagrado el templo de Monserrate, celebrándose a continuación una misa cantada a gran orquesta; el día 29, se efectuó también el Santuario una misa a gran orquesta, predicando el canónigo Francisco Iñesta Cañizares; el día 30, ofició una eucaristía el obispo Plaza y Blanco, predicando el canónigo de la catedral de Madrid, Diego Tortosa.

Con un concierto en la Plaza de Monserrate, un árbol de fuegos artificiales, morteretes, globos, dulzaina, gigantes y cabezudos concluían las fiestas de la Coronación Canónica. Previamente se entonó en el Santuario una Salve a gran orquesta, después de la procesión que recorrió siguientes itinerario: Plaza de la Constitución (Plaza Nueva), Plaza Cubero, San Agustín, San Isidro, Plaza de la Constitución, Luis Barcala (San Pascual), Calderón de la Barca, Loazes, Alfonso XIII, Príncipe de Vergara (Ballesteros Villanueva), Paseo de Sagasta, Santa Lucía, Soleres, Plaza de la Soledad, Mayor, López Pozas, Santa Justa, Marqués de Arneva, Santiago, Abajo, Plaza de Monserrate, San Francisco y Capuchinos.

Se cumple una centuria de todo ello y el fervor a la Virgen de Monserrate se fue manteniendo, hasta sufrir en un aciago día de los primeros de la Guerra Civil, la destrucción de la primitiva imagen y el robo de su corona. Tras la fratricida contienda, el pueblo de Orihuela puso manos a la obra a fin de restituir la imagen de la Patrona. Para ello, entre las varias réplicas que existían se decidió por aquella que había sido fabricada, en 1709, a instancia de los vecinos de la Puerta Nueva, que durante muchos años estuvo entronizada en la fachada da la casa de Luis Cambronero, que más tarde paso a la familia de José Garriga Lacárcel, que fue según Mari Cruz López Martínez quien hizo entrega de la imagen para sustituir a la primitiva. Se encomendó al oriolano de Pilar de la Horadada, José Sánchez Lozano que prepara la talla y la adecuara, lo que había presupuestado el escultor en 900 pesetas. Una vez concluida la restauración, el día 6 de septiembre de 1941 fue entronizada como Patrona de Orihuela. Desde 1940 hasta 1958 se estuvo efectuando una suscripción popular en dinero y joyas para fabricar una corona en sustitución de la que había sido robada. La fabricación de la misma, fue encomendada al valenciano José Bonacho David.

Por fin, llegamos al año 1959, en que por tercera vez Nuestra Señora de Monserrate es coronada. En esta última ocasión se celebró el acto en la Glorieta de Gabriel Miró y con 12 años estuve presente entre la gran multitud de oriolanos que se dio cita a las ocho de la tarde del 31 de mayo de dicho año. La Coronación fue llevada a cabo por el obispo Pablo Barrachina y Estevan, estando presentes los obispos oriolanos, Luis Almarcha Hernández (León) y José Bascuñana Llópez (Ciudad Rodrigo). Así como el que fue obispo de Orihuela, y en esos momentos arzobispo de Valladolid, José García Goldáraz.

Era alcalde de Orihuela, Luis Cartagena Soriano y se creó una Comisión para la organización de los actos, presidida por el deán José Sanfeliu Giner, teniendo como secretario al abogado, Álvaro Botella Martínez.

El programa de dichos actos abarcó desde el domingo día 24 al día 31 de mayo. Hay que destacar la puesta en escena en la Glorieta de Gabriel Miró, del “Gran Teatro del Mundo” de Pedro Calderón de la Barca por los alumnos de la Academia Magistral, dirigidos por Tomás Valcárcel Deza, y unas Justas Literarias celebradas en el Cine Avenida, siendo la Reina de las misma, Nuestra Señora de Monserrate, mantenedor Adolfo Muñoz Alonso y presidente de Jurado, Luciano de la Calzada y Rodríguez, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Murcia.

En el aspecto religioso, se celebró el traslado de la Patrona a las parroquias de Santiago y de las Santas Justa y Rufina, y a la iglesia de la Merced, donde fue homenajeada por los parroquianos del Salvador. El día 28, Corpus Christi se celebró la procesión Eucarística, y al día siguiente la imagen fue trasladada a la catedral, desde donde fue conducida en la tarde de la Coronación hasta la Glorieta. Al concluir la ceremonia, en procesión Nuestra Señora de Monserrate fue devuelta a su Santuario, donde se entonó una Salve popular. Como cierre de los actos se disparó desde la Plaza de Capuchinos un castillo aéreo de fuegos artificiales.

Han pasado 123 años de la primera Coronación, un siglo desde la segunda que estamos conmemorando, 61 años desde la tercera: tres veces coronada. Estimo que no debe preocuparnos el que, debido a las circunstancias que estamos viviendo se hallan visto condicionados los actos que estaban previstos realizarse para esta ocasión. Pero, contra esas dificultades, siempre ha estado presente nuestra Virgen Morena, haciendo gala de su protección, cuando hemos acudido a Ella:

“De Monserrate amorosa

Virgen Madre de afligidos:

Socorred los desvalidos,

pues que sois tan poderosa”.

Entonemos un viva a la Virgen de Monserrate, Patrona de Orihuela, hoy en el Centenario de su Coronación Canónica y siempre en nuestros corazones.

Fuente: https://www.diarioinformacion.com