Arxiu diari: 19 de maig de 2020

LA CIUDAD EN LIMPIO

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Cuando Escolano describió las bondades de Valencia llegó a decir que la limpieza era en la ciudad «atributo, y como propiedad en ella». Aseados en el vestir, los valencianos del XVII exigían «que se sirva limpia la comida, que se guise en vasos limpios, y que la mesa y ornato della luzga de manera, que todo parezca un espejo de cristal». Tan escrupuloso era el vecindario, tan grande el «aliño y curiosidad» en «tablas, boticas y tiendas de vianderos», que el Consell, en 1389, ordenó que el verdugo viviera apartado de todos; y que fuera al Mercado «con guantes calçados, y una varilla en las manos», para señalar lo que necesitaba comprar.

Siglos después de las ‘Décadas’, la ciudad empezó ayer a abrir puertas y ventanas; levantó persianas y extendió toldos. Y un picante aroma de lejía empezó a mezclarse con ráfagas de azahar y briznas de césped recién cortado. Puesta en limpio, acicalada después de dos meses, Valencia ha empezado a abrir museos y capillas, ultramarinos y tintorerías, tiendas de ropa y calzado y las pocas librerías que iban quedando. Ayer fue día de retirar los encargos congelados y empezar a hacer que la máquina de la economía, tan maltratada, volviera a rodar. Mientras tanto, espontáneamente, se produjo una doble romería hacia dos santuarios inevitables: la basílica de la Virgen de los Desamparados, donde hay tanto que pedir y agradecer; y la plaza del Ayuntamiento, donde si soy sincero ya no sé lo que escribir.

Había curiosidad, eso sí. Una gran dosis de morbo por ver la distribución de los espacios, los lugares libres de coches y los reservados a peatones; el aspecto que tienen, en fin, los maceteros más famosos del mundo. Pero más allá de la plaza y su polémica lo que había en los paseantes era el deseo de recobrar los parajes habituales, los escenarios de siempre, vueltos a ver ahora, revisitados tras la ausencia, casi con ojos de turista llegado por primera vez. ¿Ese toldo estaba ahí antes? ¿Esa perfumería es nueva o me lo imagino yo?

Valencia parece nueva, como recién estrenada. Le han pasado la bayeta mil veces y todo aparece limpio y resplandeciente. Huele a plástico y a Cristasol. Pero las sombrillas contrastan con el arbolado, de intenso verde tras las lluvias y todo parece distinto: rótulos y toldos, escaparates y servilleteros, hasta esos alcorques con flores inesperadas… Miles de comerciantes y hosteleros, y sus familias, enmascarados por cortesía, se esfuerzan ahora por sonreír más aún que antes: lo hace con la mirada, o con un gesto reverencial a la japonesa. Con prudencia, con paciencia, empieza el reencuentro.

Fuente: https://www.lasprovincias.es

A CAJAS DESTEMPLADAS

ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ

Leí completos los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós en tiempos de mi estudiantada universitaria. Lo hice en una publicación que compró mi padre de la editorial Aguilar, encuadernada en escarlata piel de oveja, con estampados en oro y papel biblia. Dejando aparte lo primoroso de la edición, he de reconocer que los textos me fascinaron por el intenso impacto novelesco. A esa fascinación ayudó el estilo literario preciso en el afán de historiar y la descripción de ambientes, situaciones y personajes. Es más, me dejó impronta.

La otra tarde volví con uno de ellos, concretamente el dedicado al general Prim. El militar y político reusense es un personaje que siempre ha llamado mi atención por su valor temerario y por su talante político vehemente y empecinado, capaz, por ejemplo, de vomitar discursos de tres días en el parlamento. Vamos, que también los aguantarían hoy los diputados que se pasan las sesiones con el móvil.

Pues bien, en el texto de Galdós hay un fragmento en el que Don José Chaves arroja a Doña Manuela de su casa «a cajas destempladas». Es una de esas frases de expresión castiza, tan utilizadas por el autor, que significan de mala manera o de forma trágica. La razón de su origen, habría que buscarla en una costumbre del ejército español. En efecto, cuando se expulsaba, con deshonor, a un soldado, los tamborileros destensaban los parches de sus cajas y los hacían sonar con un sonido agrio, grotesco y desafinado. Así nos lo significa el Diccionario de Autoridades de 1739. El procedimiento también era habitual en los redobles que acompañaban a las ejecuciones de los reos en las plazas públicas, o en las procesiones de Semana Santa, en las que participaba el ejército, que aún ha conocido este cronista. Hoy la expresión, está en desuso. Vieja la frase y viejo yo. En fin.

Fuente: https://www.elperiodicomediterraneo.com

TRES AÑOS SIN FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS


El capitán de los Flamencos, Francisco Chico de Guzmán López Ortiz, abriendo la comparsa | Calle Gabriel Payá, año 1935.

Mª CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER

La Unión de Festejos San Bonifacio Mártir decidió el día 23 del pasado mes de abril suspender las Fiestas de Moros y Cristianos de este año. La decisión fue adoptada por unanimidad en la reunión telemática de la Junta Central Directiva de la que forman parte la directiva de la entidad festera, la Mayordomía de San Bonifacio Mártir y los presidentes de las diez comparsas, reunión en la que también participó el Ayuntamiento de Petrer representado por su alcaldesa y la concejala de Fiestas

Pero ésta no es la primera vez que nos quedamos sin fiesta. Entre 1909 y 1913 no se celebraron por la situación de penuria económica que atravesó Petrer durante esos años. Unos años más tarde también se suspendieron y ello fue debido a cuestiones muy diferentes a las de ahora. La proclamación de la II República, en abril de 1931, y las nuevas consignas políticas hicieron que el pueblo se quedase sin fiestas de Moros y Cristianos hasta 1934. A pesar que las fiestas fueran un motivo de alegría y diversión el que se dedicaran a San Bonifacio las dotaba de un cariz religioso que no encuadraba dentro del recién estrenado escenario político.

La entrada de los republicanos radicales y socialistas en el gobierno municipal supuso la aprobación en agosto de 1931 de la eliminación de consignaciones para fiestas religiosas, el mantenimiento de la iglesia y la prohibición de todos los actos religiosos en las calles. En 1932 el Ayuntamiento renovó su prohibición. Las luchas sobre la cuestión religiosa entre los republicanos radicales y socialistas se mantuvieron en 1933 con la anulación de las fiestas de mayo. En abril de 1934 los republicanos radicales volvieron a controlar la alcaldía y la junta municipal, y éstos eran más moderados y tradicionales que los socialistas en asuntos religiosos por lo que volvió la fiesta.

En 1935 las fiestas de Moros y Cristianos recuperaron pasados esplendores, pese a que no se hizo procesión, pero sí se bajó el santo de la ermita para iniciar las fiesta y se subió desde el templo parroquial el último día, aunque sin sacerdote y acompañado por disparos de alardo. Todos los actos religiosos quedaban restringidos al interior de la Iglesia de San Bartolomé y de la ermita. En él destacan las dos Entradas en las que desfilaron las tres comparsas que había en ese momento: Estudiantes, Caballeros de Flandes (Flamencos) y Moros.

En 1936 se celebró el V aniversario de la proclamación de la República Española con festejos populares los días 12, 13, 14 y 30 de abril y la Fiesta del Trabajo el 1º de mayo con cargo al presupuesto municipal pero el tenso ambiente político local motivó que se anularan las fiestas en honor de San Bonifacio. El estallido de la Guerra Civil hizo que éstas no se retomaran hasta 1940.

Desde 1940 hasta hoy hemos tenido 79 años ininterrumpidos de fiesta. Este año no las vamos a celebrar pero estamos seguros que el año que viene las disfrutaremos más y mejor. Ayer, hoy y siempre: “San Bonifaci que fora”.

Fuente: https://www.valledeelda.com

DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS: LA PUBLICIDAD DEL TURRÓN 1875-1930

BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA

Hoy 18 de mayo de 2020 se conmemora el Día Internacional de los Museos. Debido a las especiales circunstancias en que nos encontramos por la pandemia del COVID-19 muchas de las instituciones museísticas van a conmemorar la efeméride mediante actividades virtuales.

Pienso que una de las mejores formas puede ser recordar la última muestra que el Ayuntamiento de Xixona organizó en la Casa de Cultura: La publicidad del turrón 1875-1930.

El estudio de los diferentes mecanismos empleados en el mundo publicitario de la comercialización y venta del turrón entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX es el hilo conductor de la exposición La publicidad del turrón 1875-1930, organizada por el Ayuntamiento de Xixona y que según estamos viendo por esta pandemia, los más afortunados tuvieron la suerte de visitar en la pasada Feria de Navidad del 5 al 8 de diciembre del 2019.

En aquel tiempo se utilizaron diferentes mecanismos tanto en prensa, en cartelería, como en el envasado, que iban encaminados a aumentar las ventas de turrones y dulces, mediante la identificación del producto como de excelsa calidad, calidad certificada por un sin fin de premios conseguidos en Exposiciones Nacionales e Internacionales. También la utilización del lugar de origen Jijona, Gijona como marca de garantía ante la competencia foránea y potenciando su consumo entre las capas altas de la sociedad.

Entre estos mensajes destacan los intentos de aproximar el turrón a las capas más altas de la sociedad con la consecución del título de proveedor de la Real Casa, debido a que en aquel tiempo el consumo de nuestro turrón se asociaba a las clases populares, de ahí que se si la familia real lo degustaba era porque su calidad era extraordinaria.

La adopción del vestido tradicional, con la blusa negra y el sombrero de roeta en los hombres, y el traje de jijonenca con la larga trenza, y la utilización en los carteles de las paradas ambulantes del texto “Legítimos de Jijona” servían para identificar a los productores jijonencos y era símbolo de procedencia y calidad de los productos.

A pesar de todo estos mecanismos no fueron suficiente, ya que a finales del siglo XIX apareció la picaresca, con vendedores que no dudaban en ponerse el sombrero de roeta, aunque no supieran que era, para atraer a la competencia y en productores foráneos que en la formulación de sus productos daban liebre por gato, como así denunciaron en la prensa los jijonencos. Es por ello que para evitar el fraude y el engaño a los consumidores se creó en 1903 el Gremio de Turroneros, agrupación de productores jijonencos destinada a garantizar la calidad de sus productos con la adopción de un sello de garantía. Ya lo dice el lema la unión hace la fuerza.

A mediados del siglo XIX se convirtió en trending toping mundial la participación en exposiciones provinciales, nacionales e internacionales en las que se mostraba la evolución de las artes, la industria y la agricultura. Y allí estaban los jijonencos con el objetivo de mostrar sus productos y que los jurados expertos les otorgasen las mejores calificaciones para garantizar que los turrones y dulces jijonencos eran de extraordinaria calidad.

A principios del siglo XX comenzó a utilizarse el vapor como fuerza motriz junto con otras innovaciones tecnológicas, con lo que aumentó la producción y la productividad de las empresas. Es por ello que se utilizaran como reclamo publicitario que permitió diferenciar a los productores. Ahora no sólo la antigüedad en la elaboración del producto era signo de distinción, sino también la adaptación a las nuevas tecnologías y al nuevo mundo que la industrialización traía lo eran.

Como era tradicional se había organizado la realización de una visita guiada a la exposición para el viernes 27 de marzo de 2020 de una hora de duración para que aquellos jijonencos que no pudieron visitarla en la Feria de Navidad lo hicieran ahora, pero finalmente quedó aplazada.

Ya falta poco para poder seguir viviendo en esta nueva normalidad y adoptando las medidas de seguridad oportunas, seguramente podremos volver a ofrecer la visita guiada a esta muestra.

Fuente: https://madeinjijona.com