Arxiu diari: 17 de maig de 2020

LOS GRANDES MISTERIOS DE LA VIDA PRIVADA. 7. LA HUMILDE BARRILLA Y SU EXCELENCIA EL JABÓN

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Cuando los dos pistoleros se exploran con cautela, cuando uno y otro amartillan el Colt en espera del instante decisivo, una ráfaga de viento cálido empuja un ovillo de ramas secas que cruza la calle y asusta al espectador. La acción sigue y acaba en sangre, por regla general; por eso nunca nos hemos parado a pensar qué planta puede ser esa que cruza la pantalla, cómo se llama y para qué puede servir aparte de simbolizar la sequedad de las llanuras desérticas.

Pues he aquí que estamos en condiciones de afirmar que se trata de la “Salsola kali”, o sea la barrilla común. Un vegetal, extendido por todo el mundo, que ha producido a la humanidad unos beneficios que ahora no sabemos valorar. Porque ella sola, en su modestia, ha sido capaz de mantener a miles de familias valencianas, durante cientos de años de historia, en tierras de secano y poca calidad. Y además, durante siglos, ha sido la planta que producía, al arder, la materia prima con la que se confeccionaba el jabón.

Desde hace miles de años el hombre ha conocido una virtud de las docenas de variedades de la llamada en España “barrilla borde”, una planta fea y espinosa que se adaptó a los terrenos salinos y resecos de medio mundo. Y es que sus ramas secas, al quemarse, dejan una ceniza de gran alcalinidad, que resultó ideal tanto para el proceso de fabricación del vidrio como para la amalgama con grasa  –en España, aceite– de la que, tras un buen cocimiento en perolas, salía el bendito jabón. Una pasta que admitía mezclarse con perfumes y ungüentos y que era ideal para quitar suciedad y grasa del cuerpo y de las ropas.

En tierras valencianas, el botánico Cavanilles la describió como científico y alabó sus grandes beneficios. Destacó los buenos ingresos que dejaba en los pueblos. Una de las estampas de sus “Icones” está dedicada a este vegetal portentoso. El mejor alumno del ilustrado valenciano, Manuel Lagasca y Segura, es autor del mejor estudio de la planta que se ha hecho en tierras valencianas. Porque si bien se la podía encontrar con facilidad en todas las partes de secano, fue el sur de la provincia de Alicante la que se especializó en su cultivo, hasta el punto de ocupar a cientos de familias de un modo profesional.

Los alicantinos, en la Vega Baja sobre todo, aprendieron a cultivar y cosechar la barrilla con un rendimiento notable. Trabajaron la tierra, labrándola cuatro o cinco veces y echándole estiércol antes de sembrar en invierno. Después aprendieron a segar sus matas, altas como un hombre y a apilarlas en lugares especialmente preparados para quemar unas cincuenta garbas a la vez. Se calcula que hacía falta quemar dos toneladas de vegetales secos, durante dos días de hoguera continuada, para obtener unos cincuenta kilos de piedra sosa. Que alcanzaba muy buen precio porque era apta para producir jabón y vidrio, pero también para usos de blanqueo que iban desde el papel a la ropa, pasando por la preparación de esas estupendas aceitunas que llamamos “de sosa” y no sabemos por qué.

Cuando el fuego se apagaba, ahí estaba la salsolina (carbonato sódico, o álcali), un alcaloide potente, tóxico, que tenía efectos parecidos a los de la papaverina extraída con fines médicos del “cascall”; estamos hablando a fin de cuentas de opiáceos, recomendados para rebajar la presión arterial, calmar la tos y dormir la mar de bien… El estudioso Lagasca anota en sus cuadernos que en algunas partidas de la Vega Baja sembraban a la vez las adormideras y la barrilla, porque las plantas no se molestaban en su crecimiento.

La ceniza de la barrilla, con su gran carga de ácido oxálico, era el secreto de la pirámide del jabón. El sodio y el potasio hacían el milagro. Mezclada con hidróxido cálcico (cal) y sílice (arena), la barrilla daba la materia clave para la fabricación del vidrio. Los romanos ya lo sabían, los griegos también y los árabes le pasaron la receta a los cristianos. Para extraer jabón se procedía a lo que los químicos llaman desesterificación de los ácidos grasos. Barrilla más aceite igual a jabón.

Que el jabón es detergente, produce espuma, quita la suciedad y es beneficioso para la higiene corporal es algo que aprendieron los humanos muy pronto. Otra cosa es que lo usaran más o menos para su limpieza corporal. En la Edad Media tenemos como tópico establecido que se usó poco aunque no es del todo verdad. Lo usaron poco los pobres, pero no los que podían pagarse baños, costumbre musulmana que no desapareció en la ciudad medieval, sino todo lo contrario. La alianza entre pobreza y suciedad está en todas las atapas de la cultura y la civilización. Y no requiere mucha explicación: las malas condiciones de la casa, de los dormitorios y viviendas, de la vida en general, daban a los pobres condiciones más precarias que a los que podían pagar el disfrute del agua y el jabón con comodidad. Con todo, la higiene mejoró tarde, demasiado tarde para todos.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/

MUERE ELENA AUB, LA HIJA DE MAX AUB QUE DEDICÓ SU VIDA A RECUPERAR LA MEMORIA DEL EXILIO Y LA OBRA DE SU PADRE

FERRAN BONO

En 1997, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, presidió la constitución de la Fundación Max Aub en la población castellonense de Segorbe, que había comprado el legado del escritor 10 años antes. El PP se apropió del acto, forzando el protocolo con numerosa presencia de políticos del partido en primera línea. Aznar reivindicó la figura del intelectual exiliado desde la “pluralidad” y afirmó que “el sectarismo en cultura es una necedad”. La que fuera presidenta de la Fundación, Elena Aub, una de las tres hijas del escritor nacido en París en 1903, radicado en Valencia y fallecido en México en 1972, se mostró emocionada y agradeció el apoyo, pero también quiso dejar las cosas bien claras ante el auditorio: “Mi padre era inequívocamente rojo”.

No en vano, Elena, que ha fallecido a la edad de 89 años, pasó toda su vida reivindicando la memoria del exilio español, de la izquierda olvidada que tuvo que marcharse de su país, y la figura y la obra de su padre, el socialista que encargó el Guernica a Picasso y escribió libros como La gallina ciega, un judío al que durante muchos años se le negó el reconocimiento que merecía. Por eso, cumplidos muchos de sus objetivos relativos a su padre a lo largo del tiempo, Elena se mostró tan perpleja cuando hace tres años los responsables de Matadero, nombrados por el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por la izquierda de Ahora Madrid, ordenaron retirar los nombres de Max Aub y Fernando Arrabal de sendas salas de teatro del complejo cultural. La alcaldesa, Manuel Carmena, corrigió la decisión en lo que fue una de las últimas apariciones públicas de Elena Aub, que cedió en 2012 la presidencia de la Fundación a su hija Teresa. Las otras dos hijas de Max Aub, Carmen y Mimí, fallecieron años atrás.

Nacida en Valencia en 1931, Elena Aub vivió la mayor parte de su vida en México, país de acogida de su padre, antes de instalarse en Madrid. En México se casó con otro hijo de exiliados españoles, el escritor y ensayista Federico Álvarez Arregui, que fue director de la editorial Fondo de Cultura Económica. Allí, realizó trabajos también relacionados con el exilio español e incluso, heredera de la belleza de su madre, Peua Barjau, fue modelo del cartel diseñado por Josep Renau y fallera mayor de unas fiestas celebradas en el exilio mexicano.

Lo recordaba esta tarde el secretario ejecutivo del Consell Valencià de Cultura, órgano asesor en materia cultural de la Generalitat, JESÚS HUGUET (CRONISTA OFICIAL DE LA POBLA LLARGA I PORTELL DE MORELLA), amigo de Elena Aub. “Era una mujer encantadora, muy agradable y siempre dispuesta a dar a conocer la obra de su padre. Hablé con ella unos días antes de la pandemia. Me envió una nueva edición de Campo de almendros de su padre y estaba muy contenta”, explicaba Huguet. Fue este sociolingüista y escritor el que intermedió para que Joan Lerma le concediera la restitución del carnet del PSOE a Max Aub a través de su hija, cerrando así simbólicamente el enfrentamiento interno en las filas socialistas entre los prietistas (seguidores de Indalecio Prieto) y los negristas (de Juan Negrín). Al acabar la Guerra Civil, los prietistas expulsaron del partido a los negristas por comunistas o aliados de los comunistas.

Una de las últimas entrevistas que concedió Elena Aub, en compañía de su hija Teresa Álvarez, fue al periodista de EL PAÍS Juan Cruz hace tres años con motivo de la polémica del Matadero. “Cuando me enteré me fui de espía a Matadero. Al llegar vi el soplete de los obreros destruyendo las letras, A-U-B, Arrabal, Max Aub por los suelos. ¡No pensé ‘pobre Max’, sino: ‘¡Otra vez, Max, cómo es posible que te lo vuelvan a hacer!’. ¡Qué necesidad había! Un hombre que defendió las vanguardias, ¿por qué han de hacerle esa guarrada gratuita? Me quise llevar los rótulos a casa”.

Fuente: https://elpais.com

UNA DESCONEGUDA VISITA D’ANGUITA

JOSEP LLUÍS MARÍN – LLUÍS MESA, CRONISTA OFICIAL D’ESTIVELLA

La mort de Julio Anguita ens agafa fora de joc. La notícia, a causa de les nostres vivències personals, ens retrotrau a la dècada dels noranta, quan els integrants d’este col·lectiu començàrem a ser testimonis d’una època en la qual no érem protagonistes, però que vivíem intensament, molt més que altres membres de la nostra generació. Vivíem en segona fila, però hi estàvem amb força.

En eixa última dècada del segle xx, Julio Anguita, flamant nou secretari general del PCE i coordinador general d’Izquierda Unida, era una figura popular i amb una participació contínua en els debats televisius. Era l’època de les dos vores, del sorpasso, de la pinça i del “Programa, programa, programa”. Llavors Anguita visitava terres valencianes amb motiu d’actes de partit. Allí estàvem sempre els membres del col·lectiu, com féiem amb la resta d’actes polítics convocats pel qualsevol partit. Però entre tot aquell guirigall d’activitats, Anguita també va fer alguna escapada a la nostra ciutat en contextos més distesos, com ara les Falles.

A començaments d’esta dècada —mireu si ha passat el temps— el PSPV encara governava en la Generalitat, però l’Ajuntament veia estrenar el govern de coalició entre el PP i UV en un consistori on Esquerra Unida mantenia només tres regidories. El PSPV conservava cert pols entre el món faller, però Esquerra Unida hi tenia una desconnexió total.

En eixe context, va arribar la visita de Julio Anguita a les Falles de 1992. El partit aleshores va buscar la complicitat de comissions falleres que pogueren ser considerades no hostils. La tasca no era senzilla, amb un populisme i lizondisme triomfant al Cap i casal. En estos casos, la visita solia incloure “sospitosos habituals”, com ara Na Jordana o Arrancapins. Però l’any 1992 una jove comissió s’havia afegit ja a la nòmina de les que podrien considerar-se “falles progressistes”. Era la Falla Universitat Vella, fundada en 1989 al bell mig del Cap i Casal, a la plaça del Patriarca, per una colla d’estudiants valencianistes i progressistes.

I heus ací que un dia de Falles ens crida el regidor Francisco Díez per a preguntar-nos si podríem rebre Julio Anguita. A servidors, aleshores president i secretari de la falla, ens tocà fer guàrdia per rebre’ls. Aquell any, la plaça acollia un cadafal dissenyat per l’artista Víctor Valero i construït al taller de l’enyorat Manolo Martín.

A l’hora convinguda, arribà la comitiva i férem el ritual de rodar la falla detenint-nos en les seues escenes. L’Anguita que recordem era una persona pròxima. No va ser una visita de tràmit. Es va mostrar interessat per les explicacions del cadafal, sobretot per aquells jocs de paraules del valencià que li recordaven expressions i dobles sentits de la seua Còrdova. Se’ns va quedar gravat el fet que havia passejat en múltiples ocasions per aquella plaça, en visites que havia realitzat a la ciutat. L’urbs no li era desconeguda. Comentava la història que s’amagava en cada paret històrica d’eixe espai. Va fer-nos reflexionar al voltant de tot el que amagava sempre qualsevol entorn. En cap moment sentírem parlar de sigles polítiques. Escoltàrem el mestre, la persona reflexiva que comunicava i calava quan estava prop. Sentírem la seua passió pels cadafals efímers i el respecte per la festa fallera. Entenia ja de la importància de les falles quan encara una part destacada del sector progressista no veia ni llum ni part positiva de la festa. Amb eixe mestratge, i quasi bocabadats, ens quedàrem els membres del grup quan tinguérem la sort de compartir una vesprada amb el mestre i polític Julio Anguita.

Ara se’n va Anguita. I és de justícia recuperar i fer que el seu tarannà més profitós es quede entre nosaltres. Hi ha molt que val la pena recuperar i guardar d’este excepcional polític. A banda de la seua dimensió humana, des del col·lectiu Vicent Peris ens quedem amb la seua coherència, integritat i esperit crític. Tots tres són valors que cal reivindicar, perquè ens faran eixir més i millor d’esta etapa negra de la nostra història.

Fuente: https://www.levante-emv.com