
FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
Lo echo en falta, pero llegará. Algún día habrá alguien con valor para decir que aquel loco proyecto de Paco Camps, el de construir un enorme centro sanitario llamado a sustituir al antiguo hospital La Fe, no fue un empeño loco sino una previsión bastante razonable. Como algún día habrá alguien con valor para reconocer que el gobierno de Rajoy, a finales de 2012, no estuvo fino cuando congeló el desarrollo de la Ley General de la Salud Pública, promovida por Zapatero, que hizo previsión de organismos especiales que, en caso de necesidad, hubieran aglutinado un sistema sanitario público partido en trozos autonómicos.
Un trabajo de Milagros Pérez Oliva, en ‘El País’, ha refrescado estos días la memoria, sin duda «histórica», de decisiones que no se tomaron y ahora hubiera venido como un guante. Claro que aquel era un país vapuleado por la crisis de 2008 y tenía otras prioridades. Y no se quería herir una sensibilidad autonómica ahora bien visible, cuando Urkullu y Torra aceptan las medidas unificadoras a regañadientes, protestando por una supuesta invasión de competencias.
Los muy autonomistas temen, con razón, que venga una contracción autonómica, una recentralización. Pero no se dan cuenta, imbuidos «en lo suyo», que tampoco se están viendo movimientos de solidaridad de las sanidades «regionales» hacia las autonomías necesitadas de una mayor colaboración. Solo el Ejército, con la UME, solo la Guardia Civil y la Policía, se nos han presentado, en estos días terribles, como organizaciones globales, federales diríamos, dispuestas a servir a todos y a cada uno.
Como es natural, tampoco estamos viendo, ni de lejos, que la agobiada sanidad española haya recibido apoyos de la portuguesa o la de Irlanda, de la austríaca o la holandesa. Igual que el regionalismo se ha hecho egoísta en cuatro días, Europa se ha hecho nacionalista radical para poner de manifiesto su completa desnudez. Incluso, en días de mucho apuro, sufrimos comentarios impresentables nacidos de los Países Bajos, una nación incapaz de tomar medidas mientras sus inversores buscan oportunidades de negocio en el río revuelto de un mundo en crisis.
Aprenderemos. Tiempo al tiempo: es cuestión de perder para asimilar lecciones. Incluso puede que, con el paso de los días, empecemos a cuestionarnos si una teoría de hace un par de décadas, la de hacer que las residencias de mayores fueran competencia directa de Sanidad y no de Bienestar Social, no era la idea más adecuada. ¿Pero quién propuso en su día aquel traspaso? Lo recuerdo sin rubor: Rafael Blasco Castany.
Fuente: https://www.lasprovincias.es