SABADO, 25 DE ABRIL. CUADRAGÉSIMO SEGUNDO DÍA. REMEMBER ALMANSA

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Almansa, tíos. ¿Que ya no os acordáis? Hoy es 25 de abril. Y la costumbre, la obligación del nacionalismo valenciano era, y sigue siendo, la de recordar la famosa batalla de Almansa (25.04.1707), la de la guerra de Sucesión –no, de Secesión no–, aquella que los partidarios del archiduque Carlos de Austria –no, don Carlos de Borbón el de los carlistas, no, ese era otro– perdieron frente a los partidarios de Felipe, el nieto del rey Sol, que terminó siendo rey de España y cuelga retratado boca abajo en Xàtiva porque realmente fue infame en el castigo posterior a aquella población.

Aquella fue una guerra europea. Como España, después de aquel memorable Carlos II no tenía sucesor al trono, pugnaron dos candidatos. Y se armó una buena guerra entre ellos, con apoyos de distintos países, deseosos todos de aprovechar lo que quedaba de España, aquí y en las colonias. En Almansa combatieron entre 50.000 y 60.000 soldados y mercenarios, unos cuantos más del lado franco-español que pugnaba por el Borbón, que de la coalición austracista formada por Inglaterra, Portugal y los Países Bajos. Cincuenta batallones de infantería frente a 42; ochenta batallones de caballería frente a sesenta, más o menos.

¿Y valencianos? ¿Dónde estaban los valencianos? Pues por lo que voy leyendo solo hubo unos 300, a las órdenes del coronel Riera… que formaron en el ejército vencedor, el de Felipe V no deseado por los partidarios de la defensa de los Fueros Viejos. Y eso obedece a diversas razones: la primera que la burguesía borbónica local financió ese modesto batallón. Y la segunda es que el pretendiente Carlos de Austria estaba lejos, porque antes de que se hablara de la llegada de los borbónicos a Fuente la Higuera tuvo a bien dejar la ciudad, desarbolada y sin virrey, y trasladarse a Barcelona.

En cuanto a Juan Bautista Basset, el héroe valenciano del momento, el militar que más había apoyado la causa de don Carlos, estaba en prisión desde el año anterior y no pudo hacerse cargo de nada. Quedó en libertad después de la batalla. Y es que, como pasa con mucha frecuencia, el héroe popular se puso al lado de los agricultores y los pequeños propietarios y en contra de la nobleza y los grandes propietarios, lo que dio paso a una guerra de clases no disimulada que resultó muy inquietante para su jefe, el Archiduque, que mandó meterle en la nevera.

Remember Almansa, así, en inglés. La batalla duró de tres a cinco de la tarde, más o menos, del 25 de abril de 1707. Los dos ejércitos formaron en líneas enfrentadas a lo largo de seis kilómetros, y después de darse estopa con la Artillería empezó a trabajar la Caballería para dar paso al final a la fiel Infantería. Con un resultado de varios miles de muertos, heridos y prisioneros; una carnicería estúpida como pasa en todas las guerras.

Perdieron los del Archiduque Carlos, que tiene una calle notable en Valencia, y ganaron los del rey Felipe V de Borbón, que no tiene calle ni se la van a dedicar porque lo que hizo con los vencidos, especialmente Xàtiva, no tiene nombre. O sí: se llama masacre, con incendio y cambio del nombre de la ciudad incluido, porque la rebautizaron como San Felipe. El resto de cuanto hizo es el origen del lamento nacionalista; anuló los Fueros y privilegios del antiguo régimen fundado por Jaume I y en España se impuso el modelo centralizado francés de jurisdicción y el nuevo concepto de estado sin distinciones regionales.

El resultado es que el nacionalismo se siente cómodo en la actitud doliente del perdedor y añora el pasado perdido. Y que los valencianos tenemos dos fiestas de significación oficial: la conquista de la ciudad por Jaume I (9 d’Octubre) y la pérdida del modelo de Reino que implantó, que es este 25 d’Abril, mucho menos seguido por la mayoría del pueblo que el otro, aunque muy valorado, ya digo, por la minoría nacionalista.

Y no mucho más: en los telediarios sigue el desfile de las playas vacías de España. Eran la esperanza de una temporada de turismo que fuera capaz de recuperar los negocios del daño aquel olvidado, el de la DANA. Los ayuntamientos pelearon para reconstruir los daños, se gastaron lo que quizá no tenían y esperaron unas ayudas oficiales que en muchos casos ni se han visto. Todo ha sido inútil: un mes antes de la Semana Santa hubo que pararlo todo a cuanta de la epidemia y las playas, la mayoría reparadas, están ahora desiertas, esperando inútiles, si acaso, la oportunidad del mes de junio. O de julio y agosto. Quién sabe…

Mañana, domingo, los niños podrán salir de casa. Los viejos todavía no: somos “población de riesgo”, aunque no dicen para quién…

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/