SÁBADO, 18 DE ABRIL. TRIGÉSIMO QUINTO DÍA. TODOS CONTRA TODOS LOS GOBIERNOS

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

La gente echa pestes del Gobierno. A la más mínima, sin necesidad. Cuando saludas en la caja del supermercado al que viene detrás, un hombre que no conoces de nada, no elige una frase de resignación, no emplea una palabra de afecto para responderte: simple y llanamente escupe –desde luego tras su máscara– que “todo esto es gracias al Gobierno que tenemos”.

La gente tiende a echar la culpa de su desgracia a los gobiernos. Todos lo hacemos. Si hablas con los amigos que aguantan en una ciudad de México de 30 millones de habitantes, es igual que si preguntas a los que están confinados, en Estados Unidos, en medio del bosque: todos los gobiernos lo están haciendo mal. Incluso es posible que se quejen en Suecia o en Suiza…

Pero es que a lo largo de tantos años de bienestar, acunados por tantas y tan buenas prestaciones, no podemos evitar pensar que mi hernia, mi contratiempo, mi problema, tiene como causa el Gobierno. Pensamos que un gobierno está para ser precavido y tomar decisiones antes de que se presente el problema. Y en este caso, lo sucedido da muchas razones  para creerlo. Claro que hay que acordarse del alcalde, por poner un solo ejemplo al azar, esperando que alguien decidiera “por arriba” la suspensión de las Fallas. No se le hubiera entendido, no se hubiera aceptado sin lamentos y protestas, una suspensión en la segunda quincena de febrero, cuando, precisamente, todas las autoridades estaban en la fase de evitar el colapso alarmista de los supermercados. Es más, dudo que pudiera haberlo hecho porque no tenía herramientas legales.

Veremos. Habrá que ver esta indignación contra todos los gobiernos, y sus efectos, dentro de dos, tres o cinco meses. Veremos si cuando lleguen unas elecciones, las que sean, estos enfados permanecen o han sido olvidados como tantas cosas más. Probablemente nos haremos a la idea de que la epidemia ha ido como ha ido –cuestión de suertes–, y que en estos tiempos de prueba estamos viendo a todos los gobiernos casi igual, desarbolados y ridículos, descuidados e inocentes, luchando en los primeros días contra el alarmismo y una semana después dando manotazos en el aire para poder comprar mascarillas, o lo que sea, que sirvieran para trazar una especie de estrategia.

En estos momentos, en espera del ansiado “pico”, se ignora casi todo. Aunque se da por seguro de que habrá una prórroga del confinamiento de dos semanas más para cubrir el puente madrileño del 1º de mayo con la gente en casa. En cuanto a los niños, no los tengo a mano. Quiero decir que no sé calibrar hasta qué punto es necesario sacarlos a la calle. Lo que sí veo es que la mayor parte de ellos, en una hipotética “desescalada” del aislamiento, saldrán con los abuelos… que son precisamente las personas más frágiles ante el riesgo.

No hay mucho más que contar, salvo que he salido a la calle y me he puesto mascarilla por vez primera. Ahora, cuando en teoría ha pasado lo peor, resulta que somos más cuidadosos que en los primeros días. He usado la mascarilla como está prescrito y he seguido en el supermercado las pautas rigurosas que la organización reclama: gel, guantes desechables, etcétera. Lo anotaré, aunque todos lo saben ya: la mascarilla es el engorro más grande del mundo, especialmente para los que llevamos gafas… La llevas, pero es a riesgo de darte un trastazo porque con las lentes empañadas no se ve ni el rostro de la cajera.

En la puerta de El Corte Inglés de Nuevo Centro, el director, enmascarado y al pie del cañón. Días de grandes pruebas para todos.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/