FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
Levanté la vista del ordenador y miré al cielo nuboso. Y allí, por donde la cúpula del viejo Asilo de San Juan Bautista, estaba el avión, grandote y pesado. En un día normal de un momento normal, por allí, por el sureste, es por donde suelen entrar los aviones en el campo de mi ventana. Se les ve sobre el mar, acercándose al puerto, formando de noche una fila de luces… Pero en este caso solo había uno y era sin duda grande: con la lentitud de un pesado elefante empezó a bajar, de mar a tierra, en busca de la senda de aterrizaje que cruza el nuevo cauce del Turia a la altura del polígono Vara de Quart…
Me dio tiempo a hacerle algunas fotos. En la cola, los cuernos y el perfil de una especie de cabra, de ese oryx tradicional que es familia de los antílopes, identificaron al aparato como perteneciente a la compañía oficial de Qatar, una de las tres grandes de los pequeños reinos petroleros del Golfo Pérsico. Un minuto después se perdió por el suroeste: estaba ya en la pista de Manises.
Al atardecer, la Generalitat dio una nota de prensa sobre el último cargamento de material sanitario llegado a Manises. “La carga transportada por el decimocuarto avión está compuesta por 139.800 mascarillas FPP2, 215.576 equipos de protección individual (EPI) y 30.000 gafas de protección. Los 14 vuelos fletados por la Generalitat han transportado un total de 456 toneladas de material”.
En esa Operación Ruta de la Seda que la Generalitat está desplegando para traer material sanitario y de higiene, la Qatar Cargo, filial de la Qatar Airways, juega un papel destacable. Los primeros aviones que llegaron fueron chinos, después vimos en Valencia un enorme Antonov de la compañía Volga-Dnepr y ahora han empezado a llegar los Boeing 787 de la Qatar Cargo, que tiene una flota de 30 aviones de transporte empeñados ahora en volar día y noche entre oriente y occidente llevando en las bodegas pedidos de urgencia.
El avión que llegó ayer a Valencia, el 787 Dreamliner, es una máquina que puede cargar unas 50 toneladas y moverlas en un radio de unos 15.000 kilómetros. La ligereza del aparato, que pesa mucho menos que otros de su rango, va unida al bajo consumo de sus motores. Eso hace de este modelo de Boeing un avión especialmente eficaz. Y estos son los “pequeños” cargueros; porque el Airbus 380, el monstruo de dos pisos, también tiene modelos habilitados para grandes cargas.
Echo en falta la “cola” de aviones, las siluetas que, de este a sur se mueven por el horizonte de mi ventana. Valencia está unida a 82 ciudades del mundo y ahora todo está paralizado, vacío y triste. De cada diez aviones de pasajeros hay al menos siete que están parados y solo las flotas de carga ocupan los cielos del mundo. Esta crisis va a ser especialmente dura para la aviación comercial: muchas compañías van a ser extinguidas por una nueva realidad y no pocas marcas serán absorbidas por otras más fuertes.
Se ha empezado a especular ya con otras realidades: aquel mundo de vuelos baratos y masivos, aquella forma de conocer el planeta por un puñado de euros se podría terminar abruptamente. Es más que probable que volar vuelva a ser caro y selectivo otra vez…
Fuente: https://fppuche.wordpress.com/