DOMINGO, 20 DE ABRIL.VIGÉSIMO NOVENO DÍA. FALLAS EL DÍA DE PASCUA

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

En San Miguel de Allende, el domingo de Pascua tiene la misma pulsión popular y expansiva que en la Semana Santa del Marítimo de Valencia. El rigor de los días pasados se convierte ahora en desbordamiento de la alegría, en descorche de risas contagiosas. Y todo termina como empezó: con la cercanía de la pólvora, el ruido, el fuego y una catarata de colores.

En San Miguel de Allende, en México, hacen durante el invierno unos muñecos de cartón pintados de colores chillones. En principio es la metáfora de Judas, el traidor que vendió a Jesús a cambio de unas monedas. Pero tampoco ocurre nada si se moldea la figura de un demonio o un hacendado, de una bruja, de un policía, de un preboste que simboliza la autoridad, el dinero y el poder; la mentira, el vicio y la fealdad.

Vienen con colores brillantes y churretones de pintura no profesional. Los muñecos se cuelgan de las fachadas, penden de alambres que los colocan en medio de la calle, de farolas o semáforos: cada calle, cada barrio, cada artesano, exhibe los suyos durante tres días…

Pero en la mañana del domingo, los muñecos de la Semana Santa mexicana se concentran en el zócalo, en la plaza mayor, donde se han situado hilos que cruzan de  lado a lado como tendederos de ropa. Veinte, cuarenta muñecos se bambolean y cuando llega el momento, llenos como van de petardos y cohetes, se les prende fuego en medio del jolgorio general…

Giran, se contorsionan, estallan y esparcen sus miembros rellenos de paja. Y arden, se queman como teas para escarmiento general. Los mexicanos también hacen exorcismos como los fallero valencianos: al llegar la Pascua, la resurrección y el perdón, los vicios arden y las cenizas se proponen como metáfora. En San Miguel de Allende, Fallas y Semana Santa se dan la mano, por orden del pueblo. Que ha tomado las calles en una celebración donde no faltan comidas populares, calles adornadas, enchiladas y notables raciones de tequila. La fiesta dura hasta la tarde, cuando el Cristo de Atotonilco emprende el camino de regreso hacia su santuario barroco, acompañado de cientos de peregrinos.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/