FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
Lo han intentado, pero sin mucho éxito. Quiero decir que los meteorólogos han informado con detalle de las dos “danas”, de las dos gotas frías que han pasado por el cielo español en las dos últimas semanas, pero la verdad es que no han conseguido asustarnos. Asustarnos mucho más, quiero decir… En primer lugar porque la mayoría estamos ya más curtidos que un elefante; y por otra parte, porque, a la hora de la verdad, las lluvias no han tenido la fuerza que en otras ocasiones, al menos en la ciudad de Valencia. No ha habido estragos, no habido alarmas añadidas, ha llovido bien…
Lo que sí es verdad es que, desde el principio del confinamiento, desde que se acercó la “Plantá” de las fallas, hemos tenido el cielo nublado casi todos los días y las temperaturas se han parecido más a las del inverno que a las de primavera. Y eso ha sido malo y bueno: malo porque dicen que el virus (quién sabe) no resiste el calor; pero bueno porque, con días primaverales, la gente hubiera querido salir más de casa, intentando burlar toda clase de prohibiciones.
En todo caso, el sol, cuando escribo, está intentando abrirse camino entre nubes y llega hasta este teclado mismo. Y yo me veo obligado a parar, de vez en cuando, para ahuyentar a las palomas, que se han hecho dueñas de la calle, de las aceras y señales de tráfico, de las palmeras, las terrazas y las barandas… con un descaro absoluto, sin temor alguno, sin responder a aspavientos ni gritos. En el parque del Turia, las palomas comparten el espacio con bandadas de gaviotas y cotorras, pero parece que ahora todo se les queda pequeño. Y además de hacer los nidos, porque creo que ahora es la época, las torcaces dan señales de estar faltas de alimento. De modo que pasean la acera sin peatones, beben en los charcos, buscan palitos y desafían a los autobuses, los casi únicos vehículos que se ven por la calzada.
Sábado, décimo cuarto día de confinamiento. Dos semanas de aislamiento y más o menos la mitad de lo que parece que nos toca, si las cosas van bien… Del periódico, aparte el drama, dos escenas maravillosas: una taxista cuenta que, en el aeropuerto, tomó su vehículo un rumano y pidió que le llevara a cenar a un restaurante. Llegaba a Valencia y no sabía nada de nada, ni del virus, ni del cierre de establecimientos ni de que no había hoteles disponibles… La otra historia es la de dos escaladores extranjeros que han sido multados en la zona de, Montdúver, solos, aislados del mundanal ruino, subiendo paredes como si no hubiera un mañana…
Por lo demás, he mandado unos cuantos mensajes a gente conocida pero que no he visto hace tiempo. Son mensajes de saludo, mensajes para “nada especial”. Solo para mandar un abrazo, recordar tiempos pasados y, en todo caso, desear lo mejor a cada cual en su encierro. Porque no hay más, porque no hay otra, porque sí…
Ah, bueno… Esta noche, cambio de hora. Tú veras.
Fuente: https://fppuche.wordpress.com/