SABADO, 21 DE MARZO. SÉPTIMO DÍA. EL PARQUE DEL VIEJO CAUCE

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

Tengo la suerte de vivir frente al viejo cauce del Turia. Tengo el parque frente a la ventana, lo estoy viendo de reojo mientras escribo. Y andaba pensando escaparme, pese a la prohibición, para verlo vacío, vaciado como la España interior, durante estos días de confinamiento general por la epidemia. Pero ya no hace falta ese riesgo tonto: Txema Rodríguez, el periodista de “Las Provincias”, ha hecho el trabajo por mí, ha paseado el parque del Turia; lo ha hecho con licencia de informador y nos ha dejado un precioso reportaje en las páginas del periódico: “El viejo cauce del Turia sin nosotros”.

Compren el periódico. Búsquenlo en la red cuando esté disponible. Es un testimonio del gran esfuerzo que están haciendo estos días los amigos del primer parque de Valencia; los protagonistas del voluntario encierro y cambio de costumbres al que nos estamos sometiendo todos porque es necesario para ganar esta batalla.

Acabo de poner sobre la mesa un libro que editó en facsímil “Las Provincias” por el año 1972. Se titula “Murs i Valls” y es la recopilación que hizo Josep Llop, en el siglo XVII, de las normas, reglamentos, trabajos y gastos de una institución llamada precisamente así: “Murs i Valls”, Muros y Valladares, una especie de consellería de Obras Públicas, en este caso municipal, que se nutrió durante siglos de cobrar impuestos sobre las carnes que Valencia consumía para realizar la obra fabulosa de los puentes y los pretiles.

Ese libro editado por el periódico fue la mecha de la traca de una campaña que se desarrolló, cuando el franquismo se apagaba, en favor de que el cauce del Turia no fuera autopista, como estaba previsto, sino una zona verde susceptible de transformarse en parque. El Rey emérito, ahora en desgracia, firmó en Valencia, en 1976, la donación de los inmensos terrenos por parte del Estado a la ciudad, algo insólito porque el Estado nunca regala nada, como es su obligación.

Y luego vino la transformación, la conversión en parque, en medio de discusiones, como es costumbre de la casa. Algo que, por encima de partidismos, han entendido todos los ayuntamientos que se han ido sucediendo en las últimas décadas. Y que formalmente no ha terminado,  porque está pendiente de cambio el tramo final, hasta el encuentro del Turia con el puerto.

En el reportaje del fotoperiodista –no se lo pierdan– el parque del río está, en medio de su soledad, hermoso, vivo, pendiente de un poco de sol para mostrar su perfecta belleza. No tiene ciclistas, no tiene runners, paseantes de perros, niños con familias y viejos que estiran las piernas. Pero aguarda sin prisa el momento del reencuentro, la necesaria reconciliación de todos los días del año. Para que confirmemos que aquella fue una aventura, nacida del impulso del periódico, que tomó la construcción de un cauce alternativo para dar sentido cívico al cauce viejo. Una aventura que terminó por germinar y cambió el rumbo de la ciudad. Para siempre.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/