Arxiu diari: 19 de febrer de 2020

RECREACIONES DE LA RECONQUISTA Y LAS GERMANIES PARA EL ONTINYENT MEDIEVAL


Visitantes disfrutando de las paradas del Mercat Medieval de Ontinyent en la edición del año pasado. Perales Iborra

R. C. V.

Dos espectáculos de recreación histórica dentro de la programación del Ontinyent Medieval servirán para recordar la Reconquista y la Revolta de les Germanies. Dos momentos históricos clave para la capital de la Vall d’Albaida y cuya representación será uno de los platos fuertes de la programación organizada por el Ayuntamiento de Ontinyent coincidiendo con el fin de semana central del Mig Any Fester de la Societat de Festers del Santíssim Crist de l’Agonia.

Los espectáculos están vinculados al 775 aniversario de la ciudad como Vila Reial y coinciden también con el 500 aniversario del movimiento de las Germanies. Ambas representaciones se basan en un texto original dividido en dos actos, obra del CRONISTA OFICIAL DE ONTINYENT y colaborador de Levante-EMV, ALFRED BERNABEU, adaptado para su representación por la compañía Reims, dirigida por Rafa Miragall. Los dos actos contarán con una introducción a cargo de un trovador, que dará paso a las escenificaciones con personajes históricos.

El primer acto se representará en las inmediaciones del ayuntamiento, en la calle del Regall, este viernes a las 19:30 horas, ante del pregón del Mercat Medieval; y el domingo a las 11:30 horas. En este primer acto los protagonistas serán el Rei Jaume I y el caudillo musulmán Xeix Al-Azrac, que escenificarán una disputada acerca del episodio de la reconquista, incluyendo un combate entre los dos.

Respecto al segundo acto, en la Plaça de Baix frente al Museu Fester, se representará este viernes a las 20:30 horas y domingo a las 12:30, con cinco actores que pondrán en escena un episodio ambientado en la revuelta de les Germanies. En concreto, se representará la llegada a la ciudad del Virrei Diego Hurtado de Mendoza, enviado por el emperador Carlos I de España para castigar a los revolucionarios agermanats, y la situación a la que se enfrenta Vicent Sanz, un ontinyentí condenado a muerte.

La concejala de Festes, Àngels Muñoz, destaca el «gran interés de estas dos representaciones, con la garantía de fidelidad histórica que da que el texto original sea obra del CRONISTA OFICIAL, al que agradecemos su implicación en una actividad que va a ser uno de los momentos álgidos de la amplia programación que tenemos prevista para este fin de semana».

Fuente: https://www.levante-emv.com

¿UN ACUEDUCTO DE 100 KM.?

MIGUEL APARICI NAVARRO, CRONISTA DE CORTES DE PALLÁS

Rompedora teoría. La de que hace unos dos milenios existió un acueducto para bajar aguas, encarrilándolas desde el serrano término de Tuéjar, a la capital levantina.

Ya resulta curioso que «alguna tradición» repita que lo hubo «para llevar aguas a Sagunto» (falsa de por sí, por ser facilísimo tomarla del Palancia o del manantial de Quart de les Valls).

Y lo que ahora se nos acaba de presentar como noticia (Tuéjar-Valencia) es un excesivo acueducto. Cuando hasta hace poco había excelente capa freática en la ciudad. Con fuentes en el cauce del río (al otro lado de Monteolivete, la antigua La Barraca de La Punta, en varios campos de El Valladar, en el mismo camino de El Canal y hasta con el ‘Pou de Aparisi’; por hablar sólo de L’Horta Sud.

Además de ser excesiva obra para riego; pues estábamos a pie del propio Turia y bastaba con alguna pequeña presa o azud.

Ni en los ‘tiempos de Franco’ su particular gran y artificial manantial (presa del Generalísimo) llevó su faraónico canal más allá del principio de El Camp de El Turia (por Losa del Obispo y Casinos).

Son tantas las veces que he recorrido ese trayecto… y pisado Peña Cortada y metida la curiosidad por el túnel y acampado en el nacimiento del Tuéjar y fotografiado los restos del plan del regadío del franquismo para El Camp y recorrido Sagunto y trabajado, durante las vacaciones escolares, en campos de El Pla de Quart y de la Huerta de Valencia… que preciso algo más que una tesis.

Se ha declarado que: «En Sagunto, el agua llegaba del manantial de Bejís».

Llíria bebía de San Vicente, se dice (lo único cierto) en el anuncio de la teoría arquitectónica presentada. Pero, no se afirma lo mismo de Sagunto: que bebiera de Quart de les Valls; aunque hubiese que elevar un poco el agua, con noria, para crear la pendiente.

Ni se consideran la cantidad de grandes manantiales de ‘aguas arriba’. Desde la fuente de los 50 caños (de Las Provincias) de Segorbe al manantial que aún sigue llenando la macro-piscina de Altura (en realidad, una gigantesca balsa de riego aprovechada para el baño veraniego) o las aguas cristalinas de Viver; que los romanos ya parece que explotaban.

Sí, Bejís tiene un gran acueducto (gótico); pero para llevar agua del manantial de ‘Los Cloticos’ a la villa. Como también lo tiene Alpuente y hasta el monasterio de Portacoeli.

No habría sido inteligente despreciar todos esos manantiales más cercanos y remontar hasta prácticamente Peña Escabia (a pie de El Ragudo, casi) para poder tener agua en Sagunto.

Aún más, el investigador ha afirmado que «comprobaciones le llevan al convencimiento (…) atravesó (…) Domeño Viejo, Chulilla, Gestalgar…».

Pero hay que haberse recorrido la Ruta de los Madereros por Chulilla para saber de abismos. Teniendo El Camp, llano, dudo que los hispanorromanos se ‘metieron’ por terrenos con desniveles cortados de varios cientos de metros… y no llevar agua de serranía a Llíria (Lauro); como ya tenían… El manantial de San Vicente posee mejores características freáticas y está más bajo en nivel de cota.

Por último, conviene considerar que se ha recogido la peregrina afirmación de que «hasta ahora se pensaba que el acueducto de Peña Cortada, en Calles, acababa en Domeño Viejo y era una obra romana para abastecer el balneario de Verche».

El balneario de Verche no es lo que solemos entender por tal. Se trata de una edificación de la segunda mitad de este pasado siglo, construido «como el que se hace una casa» y luego amplía el número de habitaciones y hace un gran salón para dar de comer.

¿Por qué? Porque en Verche mismo (no hay que traerla de fuera) nace un magnífico manantial, que llena la piscina del local con aguas muy frías y que no precisan de depuradora, porque es de agua corriente.

Y desde el termino de Domeño Viejo hasta Verche hay que atravesar una profunda barranquera (‘Salada’, por ser terrenos yesíferos y arcillosos del Keuper) donde nunca se ha visto que existiera ni el más mínimo resto de «puente para el agua».

Fuente: https://www.lasprovincias.es

DE CASINOS AL VIEJO DOMEÑO.

JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS

Una experiencia especial: Del Castillo al Campo santo, y la  Cascada esbelta.

Sigo por la carretera que une Casinos con Chelva, la antigua comarcal 234, hoy la CV 35, dejando atrás Verche y Loriguilla. Aparece ante mi vista el desvío con un indicador que anuncia, Domeño.  Entro por aquellas pistas de tierra, entre asfalto, zahorra  y piedras sueltas, y me voy adentrando  en busca del  destino “Castillo y  Cementerio.”

La curiosidad me arrastra entre piedras de diferentes tonalidades, es un recorrido muy generoso para la vista, recreas la imaginación mientras intentas descubrir ese mundo totalmente inédito y desconocido.  Poco a poco llegas a lo alto del cerro, entre piedras que coronan y hacen de soportales de la montaña, bajo un cielo azul sin una niebla que lo empaña, y almendros en flor que contrastan con las ramas secas. Así llego hasta arriba.

EL CASTILLO. Me sitúo en una planicie a sus pies, hay opiniones  de historiadores afirmando que en  la época visigoda, tan sólo se conoce que el territorio perteneció a la demarcación del rey Wamba con sede en Domeño (Dominium).

Otros, consideran que el Castillo puede ser de origen musulmán, teniendo una posición de auténtico control por su estratégica situación, todo el tráfico desde Valencia a las poblaciones de la Serranía pasaba bajo su mirada.

 Este castillo pudo ser abandonado tras de la Reconquista, quizás fuera  rehabilitado en 1839 durante la Primera Guerra Carlista por el general isabelino Aspiroz. Esta mañana al encontrarme con el de frente,  lo ví en estado ruinoso, desde abajo pude contemplar el  recinto, que se adapta la topografía del terreno en el que se encuentra, es ligeramente alargado, rectangular, separado del suelo por una notable altura.

Recorrí algunas sendas marcadas y limitadas por arbustos. Es una zona perfecta para hacer senderismo, están las balizas identificadas con los códigos QR, siendo una ruta botánica rica en fauna y flora, sorprendente en cuanto a la naturaleza, colores de las piedras y arenas que cubren el espacio.  La mente mientas contempla ese espacio se recrea en los pensamientos de aquellas persona que hace más o menos cincuenta años tuvieron que ir a otra tierra.

Me vino a la mente, una de las letras de una canción escrita hace muchos años por Vicente Morales de la Familia “Brotes de Olivo”, que también está celebrando este año su aniversario y entre otras cosas nos dice: “Dejé mis lugares queridos, dejé cuanto me ata a lo humano: padres, tierras y heredad, marché a mundos lejanos…” en este caso, los mundos eran nuevos, no lejanos, pero si encerraban una marcha, un despido y también con el paso del  tiempo un olvido.

Desde arriba, se contempla la huerta, el río Turia que penetra en el término por el oeste y le afluye cerca del pueblo el río de Chelva. Todo está cercado por los dos ríos que confluyen al pie de la montaña por cuyas faltas se encontraba el casco urbano.  Los puentes nuevos, las pequeñas cascadas de agua, los barrancos del Lobo, de los Diablos, de la Cueva de la Mora y de la Marta, son  junto a la leña, arbustos y pinos, lo que configura la geografía del viejo Domeño.

EL CEMENTERIO.  “Mirando la eternidad”. Sigo el camino, pensando cómo serían aquellos entierros, sin funerarias, en plena montaña, con ese aroma intenso de romero… pensaba en los momentos dolorosos de los sepelios de la antigüedad, cuando se celebraban los enterramientos atendiendo a categorías de primera, segunda, tercera, o aquellos que eran “por amor de Dios…” y  seguía adentrándome en cómo sería el traslado de los difuntos por aquellas montañas…

Los vistosos cipreses anuncian el Campo santo. Ellos siguen firmes, altos y frondosos, longevos y de hoja perenne, adaptados a la temperatura  y siempre manteniendo su forma y color verde intenso. El ciprés  me saluda, me invita a entrar en aquel recinto de dintel sin puerta, donde se hacinan los sepulcros  abiertos, entre escasos restos de inscripciones, o nichos sin lápida. La hierba cubre el suelo, alguna piedra yace en el mismo, las paredes de piedra marcan la dimensión del recinto, y el silencio entremezclado con el abandono, inducen a  la meditación sobre el sentido de la vida, el respeto a la muerte y la esperanza en la vida eterna.

Ese cementerio, es una puerta abierta a la eternidad,  es el lugar perfecto para descansar en paz. Los que en la antigüedad diseñaron la ubicación del Campo  santo del viejo Domeño, seguramente pensaron que desde allí los vecinos que esperaban la resurrección podrían con rapidez abrazar la Santa Cruz, cuyo patronazgo celebra el pueblo en mayo. La luz del sol se centra en el entorno, las montañas y las tierras de colores saludan el recinto, el espacio cerrado  que a su vez está totalmente abierto, te invita a recordar, pensar, entender que aquí solo estamos de paso.

Recordé la última estrofa escrita por Jorge Manrique en las “Coplas por la muerte de su padre” que nos dice: “Así, con tal entender, todos sentidos humanos conservados, cercado de su mujer, y de sus hijos y hermanos y criados, dio el alma a quien se la dio, el cual la ponga en el cielo y en su gloria, y aunque la vida perdió, dejónos harto consuelo su memoria.” El consuelo es la memoria de aquellos que nos precedieron en vida y que no debemos olvidar.

LA CASCADA. Una barra con la señal de prohibición no deja pasar vehículos. Andando bajo el sol, con la música del canto de las aves, te recibe la cascada  que hace saltar el agua desde  más de treinta metros de altura. Las  limpias aguas que vierte el aliviadero del contraemblase de Loriguilla llegan al rio Turia, pudiendo contemplar desde lo alto, la velocidad, frescura, transparencia y belleza del agua pura que enriquece de una forma natural lo que fue el histórico Domeño.

Un recorrido especial.