ROGAMOS UNA ORACIÓN POR SU ALMA

MIGUEL APARICI NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE CORTES DE PALLÁS

Y no sé si esto tuvo algo que ver con mi adolescencia romántica. En que, de vuelta de clases preuniversitarias en el novísimo Instituto Sorolla de El Cabañal (al que iba y volvía andando por el puente metálico del ferrocarril sobre la desembocadura del río Turia), me quedaba alguna hora ‘a estudiar’ sentado en un banco del inmediato cementerio de El Grao; fresco, silencioso y hermoso como el claustro de un monasterio, antes de que la vida me llevara a visitar tantos de ellos.

En cierto periodo, dedicado a elaborar resúmenes de prensa, quedé prendado por las esquelas. En particular, dándome cuenta de que -además de en todos los diarios- «morirse en el ABC» era otra cosa. Y llegué a tener una larga colección de recortes, que despedían a personalidades de renombre; en particular, las que me servían para mi interés en los estudios de Genealogía y Nobiliaria.

Además, no hace mucho volví por el citado cementerio de El Grao; al que el circuito de Fórmula 1 no dejó descansar, en paz, durante varios años. Colaboraba en el Grupo de Historia Militar de la RACV, que lidera el catedrático Enrique de Miguel, a que se cambiara la partida lápida centenaria de los soldados fallecidos -sin llegar, por poco, a casa-, repatriados y enfermos de la guerra de Cuba. De lo que en algún sitio habrá que dejar dicho, pendiente que está el acto oficial de reinauguración lapidaria, que los fondos de la artística losa de Mármoles Aparicio de Enguera los ha sufragado (cristianamente) la Fundación Marqués de Dos Aguas.

¿Quién no ha visto en las cajas de fotos de las madres o abuelas, entremezcladas con estampas de santos y recordatorios de comuniones, las tarjetas de borde negro conteniendo el memorial de la misa de corpore insepulto que se entregaban antaño? Excelente forma de que quedará nombre y fecha registrados en la memoria familiar o amical durante décadas.

Pero los tiempos cambian en esto de morirse (cremaciones, tanatorios, coches…) y no tardó el pregonero (las campanas casi han ‘callado’ los tránsitos) en ser cambiado por la furgoneta con el altavoz: «Ha faltat Pepita la del Mercat… el funeral será…». Alejándose el vehículo sin detenerse, como sí que hacía -hierático- el recitador de la trompeta, y robándonos la mitad de la información por mor del denso tráfico.

Vengo a decirlo por la saturación de reenvíos. Que si los de Nochevieja, que si los de… pongan Ustedes el tema colectivo y masificado que deseen…

Lo que me extraña es que no me haya llegado todavía ninguno en el que, junto a la imagen o mensaje recibido, se pueda leer: «Rogamos una oración por su alma…».

Fuente: https://www.lasprovincias.es