ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ
Hay que ver la cantidad de palabras y frases hechas del lenguaje coloquial que proceden la lengua de la germanía, es decir, del hablar de los facinerosos, que gestaron una jerga para no ser entendidos por el común de la población. Una de estas palabras de sonora onomatopeya y de rajar embrollado y rocambolesco, es birlibirloque, siempre asociada al sustantivo arte cuyos sinónimos pueden ser magia, engaño, gatuperio, embrollo, chanchullo… y muchos más que tienen que ver con la bufonada fraudulenta. Yendo absolutamente al grano, en el habla caló el significado que se circunscribe a estafa o robo.
De dónde llegó el vocablo al caló y de aquí a la germanía, no nos lo aclara el diccionario de Corominas, pero sí el prestigioso profesor Federico Corriente en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, cuando señala que birlibirloque, probablemente derive de llevar a cabo un metaplasmo, abreviando el trabalenguas beylerbeyilik buyuruklari(yla) cuya inaudita traducción a la lengua de Cervantes y de Pérez Galdós, sería «por orden del gobierno».
El chiste fácil, de corolario evidente, nos vendría dado por los no pocos galimatías que se viven en el día a día de los ministros o los que suelen gestar los propios preceptos estatales.
Y más de un tiempo a esta parte.