Conquista del reino de València. El investigador local y cronista oficial del Puig de Santamaría localiza el primer documento que se refiere a la aparición de la Virgen a Jaume I para que sus tropas triunfaran en el Puig.
JULIO BADENES ALMENARA | CRONISTA OFICIAL DEL PUIG
Tanto tiempo buscando el documento histórico que fundamentara cuándo apareció la Virgen del Puig y, por fin, he hallado el testimonio más antiguo de tal acontecimiento en la Crónica latina de Jaume I, escrita por Pedro Marsilio (siglos XIII-XIV). Una aportación impagable porque este historiador conoció, personalmente, a algunos de los que participaron en la preparación y toma de València por el Conquistador.
Pero ni el porqué ni el cómo apareció, según el testimonio de Marsilio, son comprobables científicamente porque ambas cuestiones para el hombre medieval tienen su origen en los designios de la divinidad, entidad en la que podemos creer y tener fe, pero que queda más allá del ámbito científico. Mas, desde la ciencia histórica, el testimonio de Marsilio confirma la presencia de la Virgen del Puig como manifestación material de la Madre de Dios (su imagen pétrea esculpida) en un momento muy concreto de la preparación de la conquista en el verano de 1237.
Por tanto, tratemos de comprender al hombre medieval del cual hemos heredado una forma de entender la realidad que sigue impulsando comportamientos de los ciudadanos de la Comunitat Valenciana, que se manifiestan a través de la fe, las tradiciones, la historia, las fiestas, la música o los nombres de calles. En definitiva, sigue siendo un ingrediente fundamental de nuestra identidad.
El primer texto que narra la aparición de la Virgen en el Puig de Santa María se encuentra en el capítulo XXV de la Crónica latina. Y, justamente, no por casualidad, comienza narrando que «Apropriare voluit Deus Podium sue beatissime genitrici, ut cuius nomen habebat, meritis et patrocinio loci habitatores de infidelibus triunfarent», que en castellano significa que Dios quiso proporcionar el Puig (Podium) a su beatísima Madre, cuyo nombre tenía el Puig, para que con su ayuda y protección los habitantes del lugar, las tropas de Jaime I, triunfaran sobre los infieles en la Batalla de Enesa o del Puig.
Este pequeño texto, de apenas dos líneas, constituye el primer relato, original y desnudo de cualquier aditamento posterior, de la aparición de la Virgen en el Puig de Santa María. Y supone un hallazgo fundamental porque, con él, nos encontramos ante la creencia original que escuchó y le contaron a Pedro Marsilio los habitantes del Puig del siglo XIII y los guerreros que estuvieron presentes en la preparación de la conquista en 1237. Y ello confirma que tal creencia ya se había convertido en un hecho para aquellas mentes medievales de la Corona aragonesa, tan necesitadas de lo sobrenatural para explicar su mundo. Así, la Virgen del Puig pasaba a ser una entidad sagrada muy estimada por los reyes de Aragón y por los habitantes del nuevo reino valenciano.
Hablamos de manifestación divina porque es Dios el que quiere, el que desea que la Virgen aparezca en el Puig de Santa María con el propósito de que venzan los cruzados de Jaume I, que comandaba Bernat Guillem de Entença, a los infieles musulmanes valencianos.
Por tanto, este fragmento sobre la aparición de la Virgen constituye el núcleo narrativo básico a partir del que se formará, a lo largo de tres siglos, la leyenda, pasando de sobrenatural aparición a aparición-hallazgo, al añadir personajes y una trama que dará sentido y justificación a la estancia en el Puig de Santa María del ejército de Jaume I y la conquista de València, tal como la encontramos descrita en Beuter en el año 1551 (Crónica general de España). Y esto sucede así porque Pedro Antonio Beuter, como hombre del Renacimiento, necesita dar una explicación más histórica, más creíble que la desnuda y pura aparición o manifestación propiciada por el propio Dios que describió Marsilio.
La aparición de la Virgen del Puig la debemos situar en la partida de Jaume I hacia Burriana para resolver el problema de las vituallas del castillo, a principios de agosto de 1237, posiblemente entre el día 2 y el previo a la batalla del Puig. Pues, al comienzo del capítulo XXV de la Crónica latina se nos relata cómo antes del inicio de la Batalla de Enesa, que tuvo lugar el 20 de agosto, los guerreros cristianos reciben la Eucaristía en el interior de la fortaleza y se encomiendan, humilde y devotamente, a la Virgen de El Puig. Es decir, que en este preciso momento la Virgen de El Puig ya está presente junto a los guerreros cristianos que dirige Bernat Guillem de Entença.
Todo ello nos lleva a concluir que su aparición tuvo lugar entre el 2 y el 19 de agosto de 1237.
Fuente: https://www.levante-emv.com