ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ
La semana pasada asistí a un excelente concierto del Coro de la Generalitat Valenciana, que homenajeaba en su centenario a Matilde Salvador y conmemoraba el 767 aniversario de la fundación de Castellón. Se da como fecha de esta efeméride la del privilegio de traslado firmado por Jaime I en Lérida el 8 de septiembre de 1251. Pero, en realidad, ese pergamino no constituye una carta puebla.
Concluida la conquista de estas tierras, Jaime I otorga la alquería de Fadrell, a la orden militar de Santiago de Uclés y el resto del término, castillo incluido, a su tío el infante Nuño Sancho, conde del Rosellón, quien pasó a ser el primer señor efectivo de Castellón y otorgó su primera licencia de población. En este pergamino, estudiado por Pierre Guichard y Sánchez Adell, en el Archivo de la Corona de Aragón, y fechado en Tarragona el 8 de marzo de 1239, el noble autoriza la colonización a 54 nuevos vecinos y concede heredades con 60 jovadas «de jardines, tierras cultivadas, yermas, aguas y canalizaciones, pastos, bosques zonas de caza, construcciones, caminos y casas en el castrum de Castellón y el amurallamiento del lugar en el área, de la alquería de Benimahomet», hasta hoy no categóricamente identificada.
En la carta de población, con una terminología jurídica genuinamente feudal, se significan detalles como los nombres de los seis repartidores de tierras, beneficiados respecto a los demás, que fueron los primeros habitantes de Castellón de nombre conocido: Bernat y Simó de Santadigna, Bernat de Benviure, Ramón de Riba, Ramón Mir y Guillem de Barberà.