Foto: José Plasencia
DR. PATXI GUERRERO CAROT (Cronista Adjunto de Jérica) –
CAUDIEL y dos ilustres hijos: El Padre Roca y José Cuevas.
Es extraño como, contando con un cronista de la villa, y habiendo este publicado en 1992, junto a ROSA GÓMEZ CASAÑ (Cronista oficial de Jérica), un librito titulado La Carta puebla de Caudiel, por cumplirse entonces 625 años, se olvidara una celebración tan importante en el surgir de un municipio, en su gobierno y en los derechos y deberes de sus nuevos pobladores (67 en total) y su señor. En este caso el ya nombrado Juan Alfonso, señor de Jérica.
Al igual que en Viver para este año de 2018, en 1368 -por tanto 650 años- se creó la vicaría de Caudiel como consecuencia del recién poblado municipio tras la despoblación de los musulmanes.
Si esta conmemoración ha sido más estudiada, aunque no celebrada, me parece, con motivo de la edición de la obra Pro lingua latina (1818), 200 años ahora, que, con este motivo, nos aproximaremos a su autor, hijo de la villa, muy poco conocido en la comarca: el Padre Roca.
Este nació el 6 de noviembre de 1744 y fue bautizado con los nombres de Pedro Francisco Miguel Luis. Era hijo de Pedro Roca y Juana Pérez. Estudió gramática en las escuelas de San Pablo de la ciudad de Valencia. A los 17 años entro en la Compañía de Jesús, a la que siguió siendo novicio en Tarragona, desde donde fue trasladado a Gandía. Antes de concluir el segundo año de filosofía sobrevino la expulsión de los jesuitas ordenada por Carlos III, marchando a Génova donde concluyó Teología. Roca profesó en el destierro y recibió los sagrados órdenes en Cesena en 1798.
Regresó nuevamente a España cuando Carlos IV permitió volver a los jesuitas que sobrevivieron a la expatriación. Derogada de nuevo aquella licencia, el Padre Roca se volvió a Italia, en donde se le confió la catedra de retórica y lengua griega en Orvieto. En 1815 con la derogación por Fernando VII de la pragmática de Carlos III, volvió a España en febrero de 1816 siendo nombrado por el padre comisario general, Manuel de Zúñiga, catedrático de retórica y lengua griega en el Colegio Imperial de Madrid de la compañía de Jesús. Publicó entonces la obra ya citada.
En ese Colegio continuó en este ejercicio docente hasta su muerte, acaecida en 1826 a la edad próxima a los 82 años. Póstumas fueron otras dos obras: In studiorum instauratione Collegii Imperialis Matritensis Societatis Jesu: oratio pro lingua latina , habita XIV kal. novembris anno MDCCCXVIII. Madrid: Colegio Imperial (Franciscum Martinez Davila), 1828; y su Catálogo de los manuscritos que pertenecieron a D. Pascual de Gayangos existentes hoy en la Biblioteca Nacional. Madrid: Tip. de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1904.
Sirvan estas líneas para reencontrarse con un personaje que, sucintamente biografiado por TEODORO LÓPEZ DIAZ (Cronista oficial de Caudiel) en su Historia de Caudiel, una obra de referencia porque sus dos volúmenes son imprescindibles para buscar conmemoraciones de la villa, merece una biografía más amplia, más profunda.
Hace 150 años, en 1868, fallecía en Caudiel José Cuevas Rubio. Natural de la misma, había nacido el 20 de septiembre de 1785. Fue abogado, cursando los estudios de Derecho en la universidad de Valencia, donde se graduó en 1806. Durante la Guerra de la Independencia ingresó en el ejercito como voluntario y en 1811 obtuvo el grado de teniente. Posteriormente fue detenido y desterrado a Francia donde permaneció tres años. De regreso, permaneció en el ejercito hasta que concluyó la contienda (1815). Dos años más tarde, recibió el título de abogado de la Audiencia de Valencia y en 1820 el de Abogado de los Reales Consejos. Partidario de las ideas liberales, fue desterrado a Vallanca (Valencia) desde 1830 a 1833. Durante la primera guerra Carlista (1833-40) combatió como jefe de la Milicia Nacional de Castellón. Por sus servicios se le otorgó el título de Benemérito de la Patria. También fue político. Elegido Diputado Nacional por Castellón, siendo reelegido tres veces más y diputado provincial otras dos, y jefe de partido progresista de la provincia de Castellón. Se retiró de la política en 1845 por desengaños políticos para dedicarse a la agricultura. Murió de un aneurisma el 25 de septiembre de 1868, a los 83 años.
En ese año de su fallecimiento, el gobierno decidía suprimir las casas religiosas establecidas desde 1837 y las conferencias de San Vicente de Paul, y reducir los ya existentes -los monasterios, conventos, congregaciones, de ambos sexos-, a la mitad en cada provincia, con audiencia de la jerarquía eclesiástica de la diócesis. En Segorbe la responsabilidad recayó en el Vicario Capitular quien, tras las gestiones necesarias, creía conveniente conservar los dos conventos -cuyos argumentos se pueden leer en la obra del Obispo Aguilar, Noticias de Segorbe y su Obispado– que quedaban en la diócesis: las monjas agustinas de Segorbe y las carmelitas de Caudiel. Y proponía una lúcida idea; puesto que la citada ley de supresión permitía conservar las órdenes dedicadas a la enseñanza o a la beneficencia, mantener ambas casas encargándose de la enseñanza de niñas de ambas localidades, especialmente de las niñas pobres.
La propuesta fue aprobada por el Ministerio de Gracia y Justicia. Las monjas de Caudiel recibieron 500 reales para contribuir a los gastos de la escuela. No se tiene más información sobre su funcionamiento, el tiempo de apertura, el número de niñas que pudieron atender,… Interrogantes que pueden ayudar a intentar conocer la evolución de la historia de la escuela que, con tanta dedicación, desentraña nuestro amigo José Manuel López Blay.
Fuente: http://www.infopalancia.com