FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Entre las variadas acepciones de báculo tomaremos la de palo alto y largo que se lleva en la mano para sostenerse los que están débiles o viejos, también usado como símbolo de poder y autoridad, utilizando ahora la palabreja para señalar la excesiva altura de las edificaciones que, en un principio iban a ser dedicadas a «Hoteles de altura».
En 2011, grupos hoteleros eran atraídos, por la apertura del auditorio internacional y palacio de congresos o por las nuevas instalaciones deportivas que podrían servir de sede para importantes competiciones de alto nivel.
La administración local estudió la posibilidad de abrir algún nuevo establecimiento, posibilitando a futuros inversores hoteleros, lugares para instalar establecimientos, realizando modificaciones puntuales del plan general.
Existían peticiones para crear hoteles en el sector 25, cerca del Hospital San Jaime y la Ciudad Deportiva, de cuatro estrellas, para lo que se aprobó una modificación parcial del PGOU. Un nuevo hotel se proyectó en la calle Villa de Madrid, otro en la zona de la urbanización «El Paraíso», junto a «La Veleta». También se hicieron modificaciones urbanísticas para propiciar el uso hotelero en otros puntos del término municipal como «Campico de San Mamés», «Sinforosa», «Palangre» o en avenida de los Europeos, de la Mata.
El Plan General de Ordenación Urbana de Torrevieja obliga a que el 30% de la superficie total de ese terreno se destine a uso hotelero y la propuesta inicial de Metrovacesa es levantar un hotel en la torre de menor altura, que será de entre 19 y 25 pisos, y podrá medir un máximo de 81,4 metros.
La firma Metrovacesa ha iniciado el trámite para la construcción de tres rascacielos en Torrevieja, dos de ellos dedicados a viviendas y el otro a establecimiento hotelero, con torres de 93 metros de altura. Este proyecto se une al de la empresa Baraka, que levantará en el terreno ubicado justo al lado de otros dos edificios que alcanzarán los 82 metros: las «Torres Sinforosa», con 26 pisos, donde una parte de los rascacielos tendrá que ser para uso hotelero.
En Torrevieja se tiene constancia del primer escrito con referencia a hospedajes en el libro del capitán Samuel Edward Cook, que estuvo en este lugar al poco de ocurrir el terrible terremoto del 21 de marzo de 1829. El viajero inglés hizo una detallada descripción de la población envuelta en total ruina, y comenta sobre el lugar donde se hospedó: «Yo dormí en una choza, en el lugar que equivalía a posada, con una cama limpia extendida en el suelo. Las ligeras vigas estaban amarradas a la pared con cuerdas, para prevenir accidentes, y la gente, cuya amabilidad y atención no podían ser mayores, me aseguraba que no tenía nada que temer en caso de que ocurriera un temblor durante la noche». Entonces los torrevejenses veían con claridad que las casas que debían alzarse sobre el asolado pueblo debían ser de una sola planta.
Muchos años habían de pasar hasta llegar a los primeros avatares inmobiliarios, queriendo imitar en uso hotelero a la ciudad de Benidorm. En 1957, se presentó el comité fundacional de «Hoteles de Torrevieja S. A», proyecto en el que se constituyeron algunos torrevejenses, entre los que se encontraban Francisco Díez Ortuño, Manuel Martínez Carrión, Juan Mateo García, Francisco Atienza Ferrández y Antonio Rebagliato Fernández. Se comenzaron a elaborar proyectos, se iniciaron relaciones con agencias de viajes, ideas sobre el lugar de los emplazamientos de los hoteles, y todos los requisitos previos precisos para no dejar al azar el éxito de la empresa. Llegado el momento de emprender la obra hizo falta una premisa: la financiación. Era preciso que el capital fundacional saliera de los torrevejenses y que todos hicieran una aportación en relación con sus medios y fueran en parte dueños de la empresa. La idea no despegó y el proyecto quedó aparcado en una Torrevieja que se desangraba por la falta de trabajo, de dinero y de medios de vida, viéndose en gran medida abocada a la emigración. Fin de un sueño hotelero.
Pasó el tiempo, y la ciudad alzaba las primeras «edificaciones altas», comenzándose a levantar, a mediados de los sesenta, el edificio más penetrante en el cielo que Torrevieja había tenido nunca: diez alturas destinadas a hotel, además de un ático donde se encontraba «Un Restaurante sobre el mar ‘El Gaviota». Todas las plantas iban ser dedicadas a hotel. El restaurante abrió sus elegantes salones con vistas infinitas hasta el horizonte mediterráneo, degustándose pescados frescos, mariscos de verdadero lujo y variedad de arroces. El «Hotel Gaviota», que así se iba a llamar, no se llegó a inaugurar y el restaurante tuvo que cerrarse al poco tiempo. Las diminutas habitaciones fueron vendidas, algunas convertidas en oficinas, otra en peluquería, la de más allá en consulado de Noruega y Finlandia, el resto se fueron uniendo para utilizarlas de vivienda. Final de un hotel de ensueño.
En 1972, comenzó a construirse una mole en altura y cuerpo que taponaba al mar las calles Bergantín y Goleta. En la punta Carral, en la playa del Cura se empezó a levantarse el conjunto residencial «Punta Miramar». Terminados los edificios «Timonel» y «Bergantín», se alzó el edificio «Sirena»; anunciándose como viviendas de lujo, con garaje con lavadero y engrase, y con grandes facilidades de pago. Por último, en la misma punta, también llamada punta Margalla, se construyó un edificio de mayor altura que la permitida para viviendas, debía ser el «Hotel Residencia Bambú», con piscina, jardines, galería comercial, etc. Otro ‘resbalón hotelero’.
¿Será el torrevejense el único animal que tropieza cuatro veces en los mismos ladrillos?.
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