Recuerdo con mucho cariño la cordialísima relación que tuve durante unos años con el que fuera alcalde de Castellón, don Eduardo Codina Armengot. Siendo yo coordinador del entonces muy popular acontecimento literario, fue miembro del jurado del Premio Armengot de Novela Corta. Y en 1962, ejerciendo como alcalde, incorporó mi nombre y mi persona a la Junta Central de Festejos de la Magdalena y, con el mismo ímpetu, me convirtió en empresario responsable del Hostal de la Llum, un parador magdalenero de mucho nivel en su tiempo. Aquel de 1962 a 1970, en que tanto y tanto me contó y me enseñó. Como yo ya escribía, radio y prensa, me informó don Eduardo de que los dietarios o libros de memorias en los que los cronistas de todas las épocas iban consignando los hechos y acontecimientos dignos de mención, dejaron de escribirse cuando aparecieron las primeras hojas de publicación periódica, precursores del periodismo. Queda la información del contacto de Jaime I con los Ximén de Urrea.
Don Pedro Ximén de Urrea fue el primer Señor de l’Alcalatén, de Sollana y gobernador interino de Burriana, siendo partícipe de la Carta Pobla burrianense. Caballero influyente en la corte y consejero de Jaime I, luchó codo con codo con el Rey en Mallorca y Valencia. A través suyo, se rindió el castillo de Peñíscola. Una descendiente suya, Aldonza, contrajo matrimonio con Ferrán Sánchez, hijo bastardo de Jaime I, de donde arrancan los Señores de Castro. Otra descendiente, doña Elvira, casó con don Artal, hijo de don Blasco de Alagón.
En l’Alcora, desde el ermitorio del Santísimo Salvador, en otra época parroquia de l’Alcalatén, hasta la Real Fábrica del Conde de Aranda, hay una larga lista de patrimonio histórico, hoy en manos de los vecinos alcorinos.
Las realizaciones y obras de la estirpe, realza todos los merecimientos de la familia Ximén de Urrea y todo el vecindario local ha colaborado para la restauración del monumento en honor de quienes tanto consiguieron y que ha provocado hace poco tiempo el espectacular traslado del monumento conmemorativo. La actual artista alcorina Lidón Mor ha realizado la hermosa placa de cerámica, con una inscripción del CRONISTA OFICIAL DE L’ALCORA, JOSÉ MANUEL PUCHOL TEN, QUE TANTO ME AYUDÓ CON SUS ESCRITOS PARA LA REDACCIÓN DE ESTA PÁGINA.
Los hechos
Además de lo mucho descrito ya por cualquier motivo y lo que figura en los escritos desde siempre hay que recordar ahora los siguientes logros. En l’Alcora nunca hay que olvidar la iglesia parroquial, el molino del pantano harinero, el molino nuevo, de matraca, el molino de aceite que está al final de la calle Tejedores, así como las arcillas y esmaltes de Custodio, tan estimados.
Ya el nieto de don Pedro Ximén, don Juan, concedió a los vecinos de l’Alcora la Carta Pobla el 31 de diciembre de 1305 y, con ella, entraron muchas regalías, como la propiedad de las aguas que vienen por el río… Y a petición y ruego de este mismo Señor de l’Alcalatén, el rey Jaime II concedió a l’Alcora el mercado del miércoles, aún vigente.
El segundo conde, don Miguel Ximén de Urrea, instauró la enseñanza gratuita en sus territorios, residiendo un tiempo en l’Alcora, donde fue el organizador de la economía de la comarca.
El tercer conde, don Juan Ximén de Urrea y Toledo, convino con el obispo de Tortosa, la llegada del Venerable Beltrán. Por su parte, el quinto conde, fundó el convento de los Franciscanos. Así, el décimo conde, don Pedro Pablo, heredero de la Real Fábrica, regaló para el conocido vía crucis del calvario de l’Alcora, todas sus placas de cerámica.
Cerámica de l’Alcora
Empleando términos enciclopédicos, diríamos que l’Alcora es un municipio situado entre la rambla de la Viuda y el río Mijares, en la zona de la transición de la Plana a las tierras montañosas del interior de la provincia de Castellón. Sus límites son: al norte, Costur y Figueroles. Al oeste, de nuevo Figueroles, Fanzara y Llucena. Al este, Castellón y Villafamés. Y al sur, Onda. El territorio es muy accidentado y está quebrado, espectacularmente, por numerosos barrancos.
La aparición de la popularidad de la cerámica se sitúa en los siglos XVIII y XIX. La fábrica de loza de l’Alcora fue fundada por el conde de Aranda, don Pedro de Alcántara Giménez de Urrea y Abarca de Bolea, que quiso crear una manufactura semejante a las de Marsella y Moustiers en su señorío de l’Alcalatén, donde abunda la arcilla de excelente calidad y había ya una larga tradición alfarera. Inaugurada en 1727, contó muy pronto con el favor oficial. Felipe V la eximió del impuesto de aduanas.
En otro orden, también en l’Alcora se cría principalmente ganado lanar, cabrío y de cerda. Igualmente la industria textil tuvo su importancia en toda la comarca, especialmente en lo referente a seda y algodón.
Las tres grandes épocas
Es posible establecerlas. En la primera época (1727-1749), con el conde de Aranda llegaron de Moustiers y Marsella afamados maestros, que trajeron sus finas caligrafías para enlazar bustos y carteles. Y entre varios apellidos está el Soliva; pintor de grandes placas con escenas del Antiguo Testamento y un estilo provenzal donde se prodiga el encaje azul, la rocalla y los trofeos militares.
En la segunda época (1749-1798), el conde Pedro Pablo, recogió la herencia de su padre y consiguió imitar las porcelanas de Sajonia. También contó con la colaboración de Pedro Clostermans, para que l’Alcora se orientara hacia los modelos ingleses de tipos y las imitaciones de mármol y azul de Sevres y placas con blancas cornucopias.
Ya en su tercera época, que empieza en 1798, cuando muere el conde Pedro Pablo y en la Real Fábrica comenzaron a aparecer otros apellidos, entre los que hay un Híjar y, de modo especial, un Ximén de Urrea. Y con ellos, notables y variados altibajos hasta la llegada de los afamados maestros italianos Luis Pogeti y Domingo Palmenari, procedentes de la fábrica del Buen Retiro. Y también famosos bustos y el grupo colosal del Toro Farnesio, tan popular y divulgado su carácter. Y ya fue inevitable la incorporación de nuevas manufacturas en Ribesalbes; con sus soperas y salseras.