Era miembro de la Associació de Cronistes Oficials del Regne de València y autor de numerosas publicaciones.
FRANCISCO CELDRÁN
El pasado sábado 18 de febrero, a los 82 años de edad, falleció en el Hospital Clinico de Valencia el que fue presidente de la Junta Mayor de la Semana Santa Marinera.
Nacido en 1934 en la Valencia marítima, en el barrio El Canyamelar, (en el antic carrer Major hoy calle de José Benlliure) cursó estudios en el Liceo Sorolla, para licenciarse posteriormente en Derecho. Ejerció la abogacía en la calle de la Reina, en el Cabañal, junto a su esposa, Amparo Gualberto. El matrimonio tuvo dos hijos, Joaquín y Ramón.
Fue un gran hombre, valencianista y un erudito de los Poblados Marítimos. Pertenecía a la ASOCIACIÓN DE CRONISTES OFICIALS DEL REGNE DE VALÉNCIA COMO CRONISTA DE LA POBLACIÓN DE TORRES TORRES.
Siempre hablaba en valenciano, la lengua vehicular del antic Poble Nou de la Mar. En su juventud colaboró en la revista ‘Valencia Atracción’, bajo la dirección de Francesc Almela i Vives.
En 1965 recibió el premio Ateneo Marítimo por el libro ‘Vilanova’. Tiene publicados, además, ‘Torres Torres, apunte histórico’, ‘Torres Torres, luces y sombras’, ‘La Vilanova del Grau y su Cristo’ junto a Josep Vicent Boira, ‘Valencia y su patrimonio marítimo’ y ‘Cronicas del Maritim’ del que se han publicado tres volúmenes, y esta primavera posiblemente verá la luz el cuarto y último tomo.
Fue cofrade de la Hermandad de la Crucifixión del Señor, y llegó a ser presidente de la Junta Mayor de la Semana Santa Marinera de Valencia en los años 70 del pasado siglo. Bajo su mandato, siendo alcalde de Valencia Miguel Ramón Izquierdo, se consiguió el título de fiesta de interés turístico. En 1975 escribió: «Todos aquellos que nos sucedan, sepan conservar lo que a pulso hemos ganado, y que no se pierda una tradición en una época llena de materialismo que tan poca importancia da a todo lo espiritual…».
Su generosidad y humanidad no tenía límites. Hoy llora a esta gran persona la Valencia Marítima, las gentes de su Canyamelar, del Grao y el Puerto, de la Vilanova que tantó investigó y difundió, del Cabanyal, de la Punta de Francia y de Blocs-Platja donde tuvo su última morada, cerca del Mare Nostrum. No ha habido ni funeral, ni entierro puesto que ha donado su cuerpo a la ciencia.
El que suscribe estas líneas, junto con Aledón, mantendremos viva su memoria y el legado de su querido barrio con ‘Canyamelar en Marcha’.
Descanse en paz, un hombre bueno, vitalista, humano, trabajador, que merece que una calle o plaza del Maritim lleve su nombre.
Fins sempre Ximo!
Fuente: http://noticias.anotao.com