JOSÉ SALVADOR MURGUI. CRONISTA OFICIAL DE CASINOS.
Diciembre ha entrado con fuerza, primero las lluvias, y poco a poco vendrá el frío y el cambio de estación: pasaremos de este otoño lluvioso a introducirnos como cada año en el frío invierno que nos recibe con la fiesta de la Navidad. La Navidad siempre es el recuerdo de la buena mesa, de las personas lejanas, de la familia, de los buenos deseos y de todos los buenos propósitos.
Hay mensajes tan directos que la Navidad se asocia siempre con los regalos o con la mesa, aunque en muchas ocasiones perdamos de vista la esencia y el motivo de lo que celebramos. Dentro de estas celebraciones, hay cosas que marcan como digo tradición y otras que son necesarias para que la Navidad en nuestra tierra sea más Navidad.
Para eso esta Casinos. Casinos si no existiera, tendría que inventarse, porque desde hace muchos años esta Villa, hoy casi ciudad ha sabido elaborar unos turrones y unas peladillas únicas y capaces de captar la atención de todos. No se concibe en Valencia y su provincia una Navidad sin los dulces de Casinos. Para poder engrandecer el sentido de los mismos después de muchos intentos en el año 2000 se fundó la Feria del Dulce Artesano, feria que se ha ido consolidando con el paso de los años, para hacer creíble y sostenible lo que hace más de cien años fue un sueño de atrevidos, hoy ser una de las mayores industrias de éxito de la población.
Casinos ha sabido ganarse a fuerza de trabajo, una bien merecida fama en cuanto a elaboración artesana se refiere, sus más de cien clases de turrones avalan el exquisito hacer de sus maestros, y sobre todo la inmejorable presentación de los mismos han hecho posible que los turrones lleguen hasta los más recónditos rincones de nuestra geografía. ¿Quien no conoce los turrones y las peladillas de Casinos?
Por eso hay que potenciar Casinos, darlo a conocer, alabar sus exquisiteces y sobre todo hacer la escapada obligatoria para en vivo y en directo conocer de primera mano la verdad de la transformación de la mejor materia prima como es la almendra “marcona” junto a la miel, los huevos o el azúcar, y todos esos ingredientes naturales, en turrones de primera calidad. Aquí no hay trampa ni cartón, ha sido el esfuerzo y empeño de un pueblo y unos maestros artesanos los que han puesto el ingenio necesario para dar a conocer lo que a lo largo de su historia ha sabido guardar y que enseñó el padre de esta historia de amor, que fue Manuel Jarrín. El tesón de muchos años ha dado el premio al futuro.
Es el referente de la dulzura y la antesala de la Navidad, es el trayecto que une la mesa con la exquisitez, y por encima de todo es el recuerdo de los sabores tradicionales que nos evocan recuerdos de la niñez. El turrón es un producto bueno, con carácter propio, es el mejor adorno de una mesa navideña, y además si es de Casinos, sabes que estas ante unas recetas que bien merecen ser saboreadas. Por eso se hace necesario llegar a la meta del dulce, gustar sus peladillas y turrones y disfrutar de que lo bueno siempre es bueno.
Si alguna vez me preguntaran si ¿quiero ser Embajador de algún lugar? la respuesta sería muy sencilla: Embajador de Casinos, Embajador de sus dulces, Embajador de esta bendita tierra que con los años va mejorando la calidad de sus magnas esencias que tienen nombre propio: Peladillas y Turrones de Casinos.
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