Años cincuenta del pasado siglo. La vaquilla por las calles y plazas de Torrevieja. / Colección de Fco. Sala Aniorte
LAS ERAS FRANCISCO SALA ANIORTE CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
En el siglo XXI, el festejo ha cobrado mayor notoriedad por las protestas en contra que denuncian el sufrimiento al que es sometido el toro en la ciudad vallisoletana de Tordesillas: el llamado ‘Toro de la Vega’. El torneo de origen medieval consiste en la caza o persecución de un toro por decenas de picadores y lanceros, en la cual algunos de estos últimos intentan lancear a la res hasta la muerte, después de que esta haya sido soltada cerca de la plaza del pueblo y conducida por los corredores y aficionados hasta la vega del río Duero, en donde comienza propiamente el torneo. Si el toro sobrepasa los límites prefijados o los lanceros no pueden matarlo, es indultado.
Es evento taurino declarado fiesta de interés turístico en 1980 y espectáculo taurino tradicional en 1999 y según el reglamento el toro debe morir de frente a su matador, fijado en el torneante que le cita. En Torrevieja, al igual que en casi toda la Comunidad Valenciana, existía la costumbre de celebrar las fiestas patronales con la popular ‘vaca’ como principal festejo. Porque aquí no se le llamaba ‘vaquilla’ como en otras poblaciones, sino ‘vaca’ a secas, tal y como suena.
Todos los años, en los días previos a la fiesta de la Purísima se esperaba el popular festejo taurino de ‘la vaca’ que durante dos o tres días salía a la calle encordada por los cuernos para que sirvieran de guía y conducción en su recorrido por las calles de Torrevieja y llevada por cuatro o cinco personas entendidas en estos animales.
Se le tiraban zapatos viejos y repullos dirigidos a la parte del cuerpo que fuese, para que se embraveciera. Eso sí, lo hacían los jóvenes subidos en lo alto de una reja. Los repullos eran especies de dardos, rehiletes o flechas pequeñas, y se fabricaban con púas de herrería y con una especie de pequeñas alas que hacían que se dirigieran de forma recta al cuerpo del animal.
Por motivo del festejo de ‘la vaca’, algunos alcaldes tuvieron problemas con el gobernador civil de la provincia que era la persona que tenía que autorizarlo. ‘La vaca’ recorría las principales calles de Torrevieja seguida de una multitud de muchachos y chiquillería, estos últimos guardando la distancia conveniente para no correr ningún riesgo. Al paso de la vaca los niños y jóvenes se subían a lo alto de las rejas mientras otras personas se refugiaban en las cancelas de las casas para no ser revolcadas, pese a la precaución de llevar atada una cuerda. Después era conducida al matadero, donde el matarife le daba muerte siendo destinada su carne a los más necesitados de la localidad.
En el año 1883, al correr la vaca uno de los días en que se festejaba a la patrona de Torrevieja, la Purísima Concepción, el animal se encontró a su paso a una anciana, la volteó varias veces y la pisoteó hasta dejarla muerta.
Hubo graves problemas, pues la autoridad no había solicitado permiso para aquella fiesta y para comprar la vaca la comisión de festejos del Ayuntamiento había comprometido a los pobres jornaleros de las salinas a dejar algunas cantidades de su jornal. Esto hizo que el gobernador civil restringiera la concesión de su autorización para celebración de algunos festejos patronales.
Parece ser que en diciembre de 1954 visitó Torrevieja una persona de la Sociedad Protectora de Animales que, al ver ‘la vaca’ recorriendo las calles de la ciudad sometida a tirones de la cuerda y al sufrimiento de serle arrojado algún petardo, informó al presidente de la mencionada asociación de lo que consideraba maltrato al animal.
A partir de entonces, fueron frecuentes los artículos que hacían referencia a la crueldad con que se trataba a ‘la vaca’ en las calles de Torrevieja. Aquel año fue criticado el 17 de diciembre en el diario ‘Madrid’, en un artículo, quizás un poco exagerado, escrito por el periodista Francisco Serrano Anguita, a instancias del conde de Bailén, presidente de la Sociedad Protectora de Animales. El artículo entre otras cosas decía: «El día 1 de diciembre recibieron a la vaquilla, y el gentío la recibió con tracas, petardos, cohetes y buscapiés que atolondraron y ensordecieron al animal. El día 4 la correría se prolongó hasta que el cuadrúpedo, molido a palos, navajadas y peñascazos cayó rendido al suelo». Le contestó, el 15 de enero de 1955, el director general de prensa y periodista Juan Aparicio López con otro artículo publicado en el semanario ‘El Español’ del que era director: «En Torrevieja hay millares de canarios cuidados como odaliscas, lo mismo que se mima a los gatos más hermosos de España, lo que tal vez indique la benigna inclinación de sus habitantes, tan amantes de los pájaros y de los felinos». Al año siguiente, en 1956, fue el periodista Antonio Obregón el que vuelve a arremeter contra la celebración callejera de la vaca.
Pese a todas las críticas siguió celebrándose el festejo disfrazando su celebración y citando solamente el nombre propio del animal que lo mismo podía ser ‘Pimpinela Escarlata’, ‘la señá Canuta’ o ‘Doña cachiporra’, a la se le dedicaron unos versos: «Valientes a mí! Me como los hombres, las mujeres ¡que ricas!, los niños de postre y al que se emboba y no corre le doy un tortazo que lo mando al ‘sostre’».
Un nuevo incidente, ocurrido en 1962, al coincidir en un mismo trozo de calle la charamita con los gigantes y cabezudos y la vaca, este hecho, aunque no tuvo accidentados, hizo que fuera retirado el festejo del programa en los años siguientes, aunque volvió a celebrarse a partir de 1966, aunque corriéndola sin atar y en un cercado instalado en el paseo de Juan Aparicio, desarrollándose en la plaza de toros a partir de 1969 y hasta 1987. Una muestra de amor y respeto hacia los bóvidos animales.
Fuente: http://www.laverdad.es