Sin abandonar sus talleres de Russafa, Mislata o Benimaclet, un puñado de artistas plásticos valencianos logran difundir su obra por todo el mundo. José María Yturralde, Miquel Navarro, Carmen Calvo u Horacio Silva son sólo unos ejemplos. Los libros de algunos escritores valencianos, como el recientemente fallecido Rafael Chirbes, también se han traducido a idiomas extranjeros.
Sin embargo, los artistas fotográficos, si desean traspasar fronteras, se ven abocados al exilio a Madrid o alguna otra capital europea. «En los ochenta el mundo de la fotografía creativa estaba atomizado y había más oportunidades», comenta Juan Pedro Font de Mora, de la librería y galería fotográfica Railowsky. «En los últimos años se ha ‘recentralizado’ en Madrid y los catalanes viven inmersos en su propio espacio y sólo se interesan por lo suyo».
Pese a esta situación, dos grandes veteranos, Joaquín Collado y Francisco Moltó, han visto recompensada su larga trayectoria. Durante la primavera de 2014 se celebraron actos y exposiciones para rescatar la ingente obra de Collado, que se expondrá a partir del 8 de octubre en la galería Clément Kauterde París. Collado inició su actividad fotográfica a principios de los cincuenta como mera afición y a lo largo de los años,su mirada amable, próxima y humana ha captado la evolución de la sociedad valenciana. «Cuando se quiere hacer una foto de personas, lo más importante es la conversación», dice el fotógrafo que mejor ha captado la realidad en tonos de grises del Barrio Chino.
De niño Francisco Moltó fantaseaba con la idea de ser aviador y espía y muy joven empezó a hacer fotos en el puerto, con una cámara que todavía conserva, a los aviones de la base de Manises y más tarde a la gente con quien se cruzaba en sus viajes por Europa. La exposición Rostros de ciudad, presentada la primavera pasada en el MuVIM, reunía un centenar de sus instantáneas realizadas entre 1962 y 2009. También es autor de Stockholm, una galería de imágenes captadas a la intemperie de la hermosa y fría ciudad de Estocolmo.
Fiel a la cámara analógica y al blanco y negro, Moltó se incluye en la llamada fotografía cándida, emparentado con Salomon, Cartier-Bresson, Evans, Winogrand o Català-Roca. Es un cazador de imágenes en el bullicio de la calle. «Fotos de gente vista de modo muy simple, como a través de los ojos de la gente de la calle; la humanidad del momento», señaló Moltó en la inauguración de su muestra, citando a Robert Frank.
En un mundo plagado de imágenes que viajan a la velocidad de la luz, ¿qué distingue a un artista de la fotografía de un profesional o aficionado? Es la pregunta del millón con múltiples respuestas. Mirada, perspectiva, encuadre, amén de la depurada técnica. Entre los fotógrafos valencianos que hoy más destacan: Eduardo Nave, Ricardo Cases, Julián Barón, Xavier Mollà.
La impresión que le produjo a Eduardo Nave el atentado de la ETA contra el padre de un compañero, Manuel Broseta, fue el punto de inspiración de uno de sus principales trabajos, A la hora, en el lugar, una crónica desnuda del horror que reúne 45 escenarios donde la banda ETA ejecutó sus crímenes.
Ricardo Cases nació en Orihuela, pero estudió periodismo en Bilbao y ha trabajado como fotógrafo de prensa en este periódico. Es uno de los autores incluidos en la Biblioteca de La Fábrica en su colección de bolsillo. Imágenes de caza y personajes pintorescos atraen el interés de una cámara que atrapa el momento sin concesiones estéticas. Su mirada humana y antropológica rehúye la imaginería pop y se centra en las pulsiones que laten bajo la superficie banal, kistch y poco glamurosa de la España contemporánea.
Sergio Belinchón trabaja actualmente en Berlín, también en vídeo. Su obra gira sobre la ciudad como escenario, la transformación del territorio, el turismo y los espacios donde la realidad y la artificialidad se confunden. Muchos de sus proyectos, hablan de la relación que el ser humano establece con este entorno desde su ausencia.
Julián Barón se especializa en fotolibros, proyectos comprometidos con la actualidad, como los que ha publicado sobre la muerte de Franco o el relevo del Rey. Relatos sin palabras basados en una personal manipulación de imágenes televisivas.
La exposición del MuVIM, Correspondència amb Mediterrània reúne la primera obra individual que Xavier Mollà presenta en un museo valenciano. Sus instantáneas en blanco y negro abarcan desde 1987 hasta 2015, dividas en diversos capítulos que desgranan la grandiosidad del mar y de los lugares detrás de su orilla, retratos, circunstancias, la vida o el ‘tránsito’ de personas que vienen y van, entre los que se incluye el drama del éxodo que provocó la Guerra de los Balcanes, la tragedia de Lampedusa o los que se juegan la vida en el estrecho de Gibraltar.
No es una retrospectiva, no narra la crónica de la actualidad, «es una utopía, convencida, para demostrar que en cualquier lugar podemos convivir, porque nos entendemos a pesar de las diferencias religiosas y de los intereses», afirma el fotógrafo de Ontinyent.
La sombra del exilio fotográfico se proyecta también hacia el pasado. Autores como José Martínez Sánchez (1807-1874), retratista de la alta sociedad madrileña de mediados del siglo XIX, uno de los primeros reporteros gráficos y viajeros e inventor de técnicas fotográficas como la leptografía. Nació y falleció en Valencia aunque ejerció su oficio en Madrid. Es uno de los pioneros de la fotografía sobre papel en España, aunque su obra quedó eclipsada por fotógrafos extranjeros. Una de las fotos que realizó en el Puerto de Valencia, con motivo del viaje de la reina Isabel II, en 1858, está considerada como la primera que se tomó de un amanecer. María José Rodríguez y JOSÉ RAMÓN SANCHIS (Cronista oficial de Aldaia), archiveros valencianos, recuperaron la obra y memoria de este artista que, tras una época de gloria en su estudio madrileño, murió arruinado en un hospital de Valencia.
Gabriel Cualladó (1925- 2003), miembro del Grupo Afal y del movimiento de renovación de la fotografía española, es otro valenciano que triunfó en Madrid, donde trabajaba en una empresa de transportes de su familia. Realizó sus primeras fotografías a su hijo con una cámara Capta, y a partir de ahí se inició su interés por la fotografía.
Fuente: http://www.elmundo.es