¡A LA HOGUERA!

A LA HOGUERA

Hoguera ‘Los tres vicios del hombre’. Torrevieja año 1933. / Colección de Francisco Sala Aniorte.

LAS ERAS FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Ya ha pasado la noche de San Juan, la más corta del año, con toda su carga de ritos, mitos, supersticiones y leyendas. Una noche con historia de celebraciones festivas que se remontan a tiempos de ni se sabe. El fuego y el agua, como agentes de purificación, cobran un especial significado en esta noche-madrugada. El fuego, materializado en la hoguera nocturna, reduce a cenizas nuestros malos momentos ya sufridos, nuestros miedos, nuestros rencores, nuestras venganzas, nuestros odios y malos quereres. Purifica nuestro espíritu y lo limpia de pecado. El agua del mar lava y limpia nuestros cuerpos cuando es iluminado por los primeros rayos del amanecer en la playa tras la noche más corta del año.

Los orígenes de las hogueras de San Juan en Torrevieja los encontramos en la quema de montones de residuos o virutas que los aprendices de los antiguos gremios de carpinteros acumulaban para quemar junto con trastos inservibles que los niños recogían de casa en casa por todo el vecindario para hace la ‘hoguerica’.

En Torrevieja, en fechas sanjuaneras siempre se montó sus hoguericas. Los niños y no tan niños solían limpiar las habitaciones trasteras y los sostres de todos los enredos y cachivaches ya inútiles; además se recorrían las carpinterías y campos cercanos en busca de cualquier objeto y que pudiera arder, amontonándolos haciendo una hoguera en la que se plantaban monigotes hechos con ropas rellenas de broza, poniéndose carteles con versos alusivos a carencias en el municipio o a acontecimientos ocurridos en aquel año, todos con un toque crítico y de denuncia.

Como en un rito mágico, se danzaba alrededor del fuego y, cuando las llamas empezaban a extinguirse, se saltaba por encima de las brasas entonando canciones, que nuestros labios de niños han dejado impresas perennemente en nuestros tímpanos: «La hoguerica de San Juan, da tres vueltas y a correr».

Desde finales del siglo XIX, todos los 24 de junio, la familia Fortepiani celebraba en el barrio de La Punta una tradicional fiesta de San Juan. La familia, de origen genovés y afincada en Torrevieja a comienzos de dicho siglo, hizo suya la costumbre de la celebración de ese día por el motivo de haberse librado de ir a la guerra de Cuba uno de sus miembros, Juan Fortepiani. La familia encargó a un tallista de Murcia una imagen de San Juan que, encriptada en una hornacina en la esquina fachada de su casa, en la calle Pedro Lorca, estuvo expuesta hasta su destrucción en los inicios de las Guerra Civil, en 1936.

En junio de 1933, destacó el levantamiento por el vecindario de una hoguera, así como la formación de una comisión encabezada por la nombrada familia Fortepiani. La hoguera se titulaba ‘Los tres vicios del hombre’ y fue plantada en el cruce de las calles Pedro Lorca y Apolo, adornándose las fachadas deterioradas con banderas para que no quitaran resplandor a la fiesta, instalándose una tribuna para las autoridades, levantándose el monumento sobre una base triangular. En el centro se alzaba el demonio sobre el globo terráqueo y más abajo, circundándolo, tres alegorías a los ‘vicios de los hombres: el juego, escenificado con unos naipes; el alcoholismo, representado con varias botellas de vino y licores; y la prostitución, encarnada con una bella mujer recostada en el lecho.

En la celebración no faltó una representación de la belleza de la mujer torrevejense, la belleza del fuego, elegida por los habitantes del barrio, título que recayó en la señorita Concepción Puig Sáez. Para aquella noche mágica Antonio Villanueva Pamies escribió unas sentidas letras para que fueran leídas por la ‘Belleza del Fuego’ ante el numeroso público que acudió aquella noche mágica a la hoguera: «Señoras y señores, la demostración sincera de un cordial afecto por parte de mis amigos, más que en merecimiento personal, me han obligado a ostentar en esta simpática fiesta el título de ‘Belleza del Fuego’. Por venir de vosotros lo acepté gustosa, y agradeciendo de todo corazón tan inmerecida deferencia quiero daros las gracias. Primero a vosotros (niños), los que me habéis elegido, y después a vosotros (público) que, con vuestra asistencia, habéis dado a la fiesta la merecida brillantez. Si esta sencilla fiesta, casi infantil, logra despertar en vosotros un poco de estímulo; si este humilde acontecimiento organizado a título de ensayo sirve de iniciativa para años sucesivos, tendremos la satisfacción de haber sido iniciadores de una fiesta que ya es tradicional en nuestra hermosa región levantina».

Entre los actos festeros destacaron los pasacalles y verbenas ofrecidos por la banda de la Unión Musical Torrevejense, concertada por Ayuntamiento a través del alcalde Juan Samper Fortepiani y del concejal de fiestas José Espinosa Pérez. Se realizaron carreras de sacos, de chiquillos atados de pies, juegos con sartenes tiznadas y monedas pegadas, y otros entretenimientos encaminados a la diversión.

Y es que el fuego, como elemento tiene en la en la noche de San Juan, es un elemento purificador, liberador, de denuncia o de ruptura en una velada en la que se mezcla la confraternidad y el simbolismo. La fecha simboliza el refuerzo de nuestro compromiso con todos los ciudadanos, con los problemas y alegrías que marcan su día a día. En la hoguera se quema todo aquello que queramos dejar atrás y augurando los deseos que queremos que se cumplan.

La cuestión es quemar algo viejo -pueden ser fotos, ropa… En parte tradición, en parte venganza- es la opción de arrojar el pasado a las llamas. El objetivo es dejar atrás viejos hábitos o malos momentos para empezar una nueva etapa. El fuego cumple también una función expiativa, reparando alguna falta o delito: solo hay que escribir en un papel algo que se quiera olvidar o reparar -‘Los tres vicios del hombre’- y lanzarlo a la hoguera para conseguir tranquilidad el resto del año.

Fuente: http://www.laverdad.es