La Asociación de Amigos del Papa Luna junto a la Parroquia de Santa María de Peñíscola y la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad están realizando las primeras mejoras en el entorno expositivo de los tesoros pontificios.
En primer lugar se está llevado a cabo la implementación de mayores medidas de seguridad, como la instalación de un sistema de cámaras de videovigilancia y la nueva estructura de los pórticos de la vitrina que cuenta con más cerraduras y un cristal de seguridad.
Además, se sustituirá parte de la carpintería y señalización de cada una de las piezas y se mejorará el sistema de iluminación, “con el objetivo de que las piezas puedan visitarse con toda seguridad y contemplarse en un entorno adecuado y que pueda resaltar las características y excepcionalidad de cada una de ellas” ha asegurado el presidente de la agrupación y CRONISTA OFICIAL DEL MUNICIPIO, JOAN BAPTISTA SIMÓ, que ha querido mostrar hoy a parte de la junta directiva y a los munícipes, los primeros pasos de estas mejoras.
El alcalde, Andrés Martínez, ha querido aprovechar la ocasión para felicitar la tarea de la asociación e insistir en la importancia de la colaboración de la administración en su tarea divulgativa que, una vez más, se ejemplifica en realidades tangibles como lo es la mejora del espacio expositivo de los tesoros pontificios.
Declaración de BIC para los tesoros, en trámite
El Ayuntamiento ha solicitado a la Generalitat Valenciana, junto a la asociación y parroquia, declarar Bien de Interés Cultural a las tres joyas pontificias que custodia el templo parroquial local.
La cruz procesional y el cáliz del Papa Luna, así como el lignum crucis o relicario empleado por su sucesor, Clemente VIII, son los tres tesoros que se postulan para la obtención de este reconocimiento atendiendo a una serie de particularidades y especificidades y a su mérito histórico artístico.
Las tres piezas son de principios del siglo XV son exponentes del arte ojival comarcal que prestigian los talleres de Sant Mateu. Concretamente, la cruz y el cáliz cuentan con el punzón de estos talleres que el propio rey otorgaba a los orfebres de mayor prestigio del reino. El relicario, de origen desconocido, cuenta con influencias francesas, italianas y valencianas en su estilo, por lo que los estudios y la documentación analizada sobre esta joya concluyen en la posibilidad de que su origen fuese la corte de Aviñón, de donde fue trasladado a los talleres de Sant Mateu, en los que se efectuaron los últimos cambios. Es decir, sería reelaborado para Clemente VIII, incorporando su escudo papal.
La singularidad de estas joyas reside en que fueron empleadas en la liturgia por parte de Papas de Peñíscola durante el Cisma, entre los años 1411 y 1423, por el Papa Luna, Benedicto XIII, y entre los años 1423 y 1429 por Clemente VIII.
Fuente: http://www.elperiodic.com