LOS CLÉRIGOS FRANCISCANOS DE BENISA:


LOS CLERIGOS FRANCISCANOS DE BENISA
Los frailes franciscanos recoletos tenían fundado en Benisa un Convento llamado “de la purísima concepción”, perteneciente al Convento de San Francisco de la corona de Jesús, de Valencia. Desde 1611, según el CRONISTA OFICIAL DE BENISA, CARDONA IVARS, estos frailes estaban instalados en la vecina villa.

La relación vecinal entre Altea y Benisa durante el siglo XVIII debió ser importante por estricta necesidad, pues el comercio entre ambas era obligado. Los beniseros podían ofrecer a Altea parte de su producción cerealista a cambio de hortalizas y pescado. Por otro lado, el movimiento de población trabajadora fue notorio. Muchos jornaleros se instalan en Altea, donde florece la agricultura de regadío, así como se instalan gentes de otras profesiones. Sin embargo, parece ser que el mayor foco de intercambios fue de carácter cultural, ya que la influencia del convento de Benisa irradiaba desde el 1611 hacia todos los pueblos limítrofes.

Así notamos que los frailes de Benisa aparecen en ayuda constante en la Parroquia alteana, sustituyendo la falta de clero. No sabemos si pudieron tener establecida alguna escuela de primeras letras y humanidades antes de instalarse en Altea, pues ya vemos que en ese principio del siglo XVIII ya aparecen en Altea varios sacerdotes, religiosos, abogados, médicos, farmacéuticos… y para acceder a esas carreras eran necesarios buenos estudios primarios, y sobre todo, haber recibido una mejor inclinación al estudio. Quizás esto lo consiguieron los franciscanos de Benisa, poco a poco, desde la fundación de su convento.

En Altea era acuciante la necesidad de poder recibir mejor educación cultural, así como mejorar la atención social a enfermos y pobres, misiones que los frailes franciscanos podían ofrecer. Los vecinos de Altea lo estaban comprobando en sus viajes a Benisa. Allí funciona una escuela relevante que dirigen los frailes recoletos, muchos de ellos con estudios superiores recibidos ren el Convento de Valencia, y disfrutan de un Hospital, donde acogen y albergan a pobres y desvalidos. Era una misión cristiana, pero también social, y especialmente en ésta última estaban interesadas las autoridades civiles. La mendicidad era una plaga que invadía las calles de Altea y los desconocidos que fallecen “en tránsito” son numerosos. Los propios terratenientes pudieron también insistir en la petición, pues los frailes podían atender a sus numerosos jornaleros llegaos de otros pueblos.

La misión educadora vendría a continuación, una vez que contaran con edificio propio. De hecho, se establece la condición de “que a uno de los religiosos se le diese el cargo de enseñar Gramática a los naturales y vecinos de la villa”. Por todo ello los vecinos de Altea estaban deseosos de la instalación de los Padres Franciscanos de Benisa en su población.

Fuente: http://blogs.ua.es